A menudo se presenta la
actividad de los psicólogos como un ejercicio "técnico" de la ciencia
de la psicología libre de consideraciones de valores y de juicios morales,
emulando en general la "abstinencia" propuesta hace ya más de un
siglo por Sigmund Freud en el psicoanálisis.
Lo cierto es que ningún
psicólogo está libre de valores y de consideraciones morales, según su historia
personal, contexto de vida actual y decisiones personales, ni tampoco está
libre de valores la concepción que este tenga de los problemas psicológicos (o
la llamada salud mental) y de cómo actuar, en qué dirección, con ellos.
Esto viene al caso de la nueva ley de la eutanasia aprobada en el congreso LEY DE EUTANASIA (PINCHAR AQUÍ).
¿Qué implica esto para los psicólogos
del sistema sanitario público?
Implica darnos un rol
"técnico" de evaluar el estado mental de la persona que la solicita
desde una situación de dolor y sufrimiento extremo (pongamos por caso una
enfermedad terminal con nulas expectativas de mejora) y que si descarta esa
merma de sus facultades y se justifica medicamente la no recuperación de su estado, entonces se le facilitaria el
acceso a que se le realice una eutanasia de "manera digna".
Sin embargo en este
"trabajo técnico del psicólogo" (inducido por instancias políticas
concretas) se abren muchas interrogantes que para nada son lineales y quedan
cerradas en una serie de reglas verbales en forma de leyes.
Por ejemplo:
1-Exista o no merma de sus
facultades mentales, ¿cabe la posibilidad de encontrar sentido a la no
recuperación y la cercanía de una muerte inmediata? como expone por ejemplo en
su logoterapia Víctor Frankl al hablar de los valores actitudinales ante
situaciones irreversibles? Si se da ese rol técnico sin más opciones, queda
cerrada esta posibilidad
2-Incluso desde la terapia de
aceptación y compromiso, ¿cabe la posibilidad de rescatar, elicitar o inducir
una actitud valiosa ante este tipo de situaciones? (amen de los cuidados
analgésicos, etc.). ¿Cobra aquí sentido la metáfora del último año de vida en
toda su dimensión?
3-Y considerando la otra cara
de la cuestión, la de la propia persona afectada, suponiendo que se encuentre
merma mental, dado que va a ser difícil detectar que una persona con una
enfermedad prolongada y dolorosa que no tenga al menos un estado o repertorio
conductual depresivo importante, ¿le obligamos a considerar una vida potencialmente
valiosa (aún en estados de alta inmovilidad) en presencia de sufrimientos
extremos y prolongados?
La cuestión no es sencilla ni
lineal, ni se puede resumir en unas reglas legales ni en un rol aséptico
técnico.
Por
desgracia vivimos en un contexto ideológico de extremismos donde la duda y las
cuestiones morales quieren ser tapadas por una supuesta ciencia moralmente neutra desde una
tecnocracia abusiva
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