jueves, 28 de enero de 2021

LA CUARTA OLA DE PROBLEMAS DE SALUD MENTAL. ¿MARKETING O REALIDAD? (Ruiz, 2021)

 


Desde hace muchos meses atrás, desde casi el inicio de la Pandemia del Covid, se viene anunciando desde diversos estamentos públicos y privados, entre ellos el COP, diversas asociaciones de psicólogos y psiquiatras, que se nos viene encima una avalancha de problemas de salud mental.

Incluso los psicólogos conductuales contextuales también se vieron necesitados de posicionarse ante esta situación e hicieron sus propias propuestas al respecto  (p.e Russ Harris).

Surgieron guías y protocolos para su manejo, voluntariado y servicios online por doquier; incluso el autor de esta entrada ha sido partícipe de ello, por lo que todos hemos participado en esta "construcción" (con lo que hacemos y decimos y nos dicen y hacen otros) de esta realidad del "oleaje".

Sin embargo llevamos casi un año con la pandemia y aún no se vislumbró esa ola, al menos en los servicios públicos de salud mental. Esto de entrada me resulta extraño y perturbador.

¿Cómo es que hay tanta gente afectada por los efectos emocionales del coronavirus (al menos esos dicen los medios de información y estas asociaciones referidas) y tan escasa a nula demanda sobre esto en mi servicio de salud mental? (Contrasté esto con algunos otros compañeros de otras provincias con resultados similares)

Con ello no estoy negando que las personas no estén afectadas por esta situación. Todos estamos afectados por las perdidas de personas, falta de contacto social, restricciones, cambios de criterios y contradicciones de las directrices políticas de todo signo, pérdidas económicas en muchos sectores del tejido productivo (por ejemplo la hostelería-turismo sector clave en España) y todo el cúmulo actual y venidero de esta situación prolongada.

 Las personas que ya están en el circuito de la red pública de salud mental sumaron este contexto adverso al que ya tenían y eso se nota en las consultas con ellos, aunque no siempre de manera adversa como cabría esperar. Aquellos con escaso interés por las relaciones humanas cercanas por ejemplo, algunas personas con experiencias psicóticas se vieron menos afectadas, aunque no todas las personas incluso con estas experiencias lo están viviendo igual.

Todo ello repercute en la llamada salud mental de la población pero quizás de una manera bien distinta a como presuponemos los profesionales de la salud mental desde nuestras tecnologías propias.

Quizás, y en esto entro en el puro terreno de la especulación, la población en general asumió los mensajes gubernamentales como reglas a seguir donde no hay mas opciones que esperar a que esto pase, y perciban,  con buen criterio y una gran indefensión  por otro lado, que hay necesidades más urgentes e inmediatas (conservar la vida y el sustento, si se puede) que ir a un psicólogo a contarle esta situación; y que mejor que eso es reivindicar sus derechos, subsidios o esperar a las próximas elecciones para votar a los que menos le han desengañado. Son suposiciones del que escribe, solo eso.

De otro lado se insiste en que los profesionales sanitarios de primera línea están desbordados material y emocionalmente, pero esta afirmación tampoco se constata en una mayor demanda específica por esto a los servicios de salud mental, al menos a los consultados.

Hipótesis alternativas que se pueden combinar en el caso de los sanitarios (otras suposiciones a comprobar):

1º-Auto-exclusión de los propios profesionales de la petición de ayuda a los servicios de salud mental por que no desean aparecer en sus historiales (aunque sean confidenciales) y estén "aguantando lo que pueden y más" por asociar problemas emocionales , aún y por desgracia a a "locura"

2º-Incremento de la auto-medicación que refuerza aún más si cabe entender que los problemas de la salud mental son desequilibrios químicos en vez de reacciones a situaciones adversas de las vida. Al fin y al cabo la mayoría de los sanitarios están formados en el modelo médico

3º-Incremento de las prescripciones medicas desde atención primaria de benzodiacepinas y antidepresivos a los colegas sanitarios.

Quizás, y sigo en el terreno de la especulación están tan implicados en la tarea inmediata que se “rompan traumáticamente” cuando la presión externa de las demandas en primera línea pase, al extenderse el efecto de la vacuna. Ya veremos.

Y puede darse el caso, legítimo por cierto, de que los profesionales de la salud mental ofertaron sus servicios ante el dolor propio y ajeno, algo loable, pero no exento a veces (solo a veces, ojo)  de operaciones financieras particulares para captar clientela. Todo es posible.

Quizás la ola sea más la venidera que la actual. Esta por determinarse.

Sufrimiento hay, pero está tan extendido y generalizado y toma aspectos tan social-económicos y hay tanto “asumir lo inevitable” (machaqueo televisivo, esto daría para otra entrada),  que por ahora el maremoto socioeconómico tapó o subsumió dentro de este a la ola de los problemas de salud mental

Todo como digo son solo eso, suposiciones que pueden ser erróneas en pocas semanas o meses; pero después de casi un año de pandemia se acerca bastante a la realidad inmediata vivida, al menos aquí y ahora.

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