OBSTÁCULOS PARA LA
FLEXIBILIDAD PSICOLÓGICA. RESUMEN
(Ruiz, 2018)
1. Todos los seres vivos, incluidos los humanos estamos/somos
preparados filogenéticamente y socioculturalmente para evitar y apartarnos del
dolor y el malestar. Las funciones de
reforzamiento negativo a corto plazo tienen un gran control sobre la conducta
humana. Esto es un mecanismo adaptativo. Se convierte en problemática
cuando se vuelve no funcional para las personas, o sea les aleja de fuentes de
reforzamiento a largo plazo (una vida valiosa e importante). La no
funcionalidad proviene de las experiencias aprendidas de las personas en las
circunstancias de sus vidas pasadas y sus relaciones cotidianas actuales.
2. Nuestra cultura fomenta los procedimientos del control del
malestar emocional y desarrolla toda una red sanitaria de la salud mental dirigida al manejo de las
experiencias internas desagradables. Esto se convierte en problemático cuando el
control de los síntomas se impone al desarrollo de una vida valiosa y cuando estas experiencias de la vida cotidiana se convierten en
enfermedades a tratar.
3.Los sistemas
habituales de salud mental influyen y son influidos por los sistemas
socioculturales dominantes que desarrollan un sistema de redes entrelazados
de contingencias: La red causal “material” que afirma que los problemas
psicológicos están hechos de enfermedades del cerebro o fallos mentales, una
red causal “formal” que afirma que esas enfermedades mentales-cerebrales
adoptan formas de conglomerados diagnosticables/clasificables (DSM-CIE); una
red causal “eficiente” que implican unos actores que conforman el trastorno como
drama interactivo, entre el paciente, sus allegados y el clínico; y un red
causal “final” que hace que el trastorno tenga una finalidad o función,
advertida o no por los implicados, que a menudo suponen intentos de adaptación
a circunstancias vitales difíciles para las personas.
4.La arbitrariedad que
proporciona el lenguaje como operante relacional (reforzado además socio-culturalmente)
produciendo efectos como la literalidad
del lenguaje (pensar y hablar de eventos puede adoptar funciones de malestar similares a experimentarlos
directamente); formación de clases y categorías
arbitrarias (que nos hacen clasificar rígidamente/polarizadamente de manera
cristalizada a las personas, cosas y eventos de la vida); la necesidad de que nuestros relatos de las cosas sean coherentes y
fundamentados en buenas razones (que puede llevarnos a conflictos con
personas con perspectivas e intereses diferentes y a justificarnos en las
razones en vez de contactar con las experiencias directas de la vida) y la insistencia socio-cultural que para
llevar una vida feliz hay primero que eliminar o controlar los pensamientos,
sensaciones y sentimientos molestos y desagradables,con el efecto de una
lucha encarnizada contra estos, alejándonos más aún de acciones dirigidas a valores
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