Es evidente que la psicología está dividida tanto
en su objeto de estudio como en su metodología y forma de abordar los problemas
humanos. A mis 59 años ya he visto "olas de novedades" que ya pasaron y dejaron
poca huella. Recuerdo la moda cognitiva del procesamiento de la
información, del biofeedback y la moda del EMDR, por poner solo algunos
ejemplos.
Estamos acostumbrados a creer que lo nuevo
sustituye lo viejo y que por una especie de mecanismo de selección evolutiva
contingencial, los viejos enfoques desaparecen y son sustituidos por los nuevos
enfoques. Esto es aún más evidente en el campo de la psicoterapia. Pero la verdad, es que tanto los nuevos como
los viejos enfoques permanecen en mayor o menor medida.
Probablemente en las facultades de psicología
cuando los antiguos profesores se van jubilando y vienen una nueva hornada de
catedráticos con otros enfoques, se hacen con el poder y van realizando
cierto proselitismo de sus nuevos paradigmas. Esto lo viví como alumno y aún lo percibo.
Lo cierto es que el psicoanálisis por poner un
ejemplo, tiene casi más de 40 años que los enfoques conductistas, y el
mecanismo selectivo no operó en su extinción, sino que este, como las otras
corrientes de la psicología, siguen creciendo, generando nuevos desarrollos, todos
vivos y coleando.
Frente a esta diversidad y desunión se proponen enfoques que desean
emular a las llamadas ciencias duras como las matemáticas y la física y se
reclama que la filosofía conductista y
sus aplicaciones prácticas sean un
referente en esa línea. Para ello se propone, eso sí con cierta conciencia
utópica, pero no carente de mensajes propagandísticos en diferentes foros, de
que la unión debe operar desde esta forma de entender la psicología como
ciencia. Esto en una especie de “conductismo duro”, que además debería estar
abanderado por un comité de expertos al estilo de los sabios de la República de
Platón o el partido “bolchevique” de la revolución rusa, si me permiten esta
licencia “exagerada” de este tema.
Por mi parte creo a día de hoy, que la psicología
se encuentra mucho más cerca de las llamadas ciencias sociales que de las
ciencias puras y que la diversidad en ella lejos de ser motivo de escándalo es realmente
el resultado los efectos de las diversas contingencia sociales. En esto
prefiero una versión laxa y “menchevique” del conductismo, y hasta muy respetuosa
con otros enfoques de la psicología.
Estamos tan acostumbrados a mirarnos nuestros
ombligos, que en nuestra visión
endogámica (conductista o la que sea) creemos que estamos en posesión de la
verdad científica y en aras de unos procesos psicológicos (que construimos con
nuestras acciones) más que estar ahí fuera o dentro “flotando” para que lo captemos; ignorando que
otros, desde otras perspectivas están paralelamente “construyendo” sus propios
procesos.
Para muestra, un botón, en el libro de Hayes y Hoffman
(2018) podemos encontrar una relación de “procesos” que van desde los
principios del aprendizaje clásicos (respondiente y operante) a los operantes
relacionales derivados de la teoría del marco relacional, los cognitivos en
plan beckiano (esquemas y demás); los neurológicos hasta los psicosociales; y
esto que estamos hablando de la avanzadilla del enfoque cognitivo- conductual,
al que podemos aún complejizar más si ampliamos nuestra mirada y vemos los
enfoques interconductistas, los skinnerianos o los del conductismo psicológico
de Staast, por poner solo algunos ejemplos.
Lo mismo pasa con otros enfoques de la
psicología, si el lector tiene a bien ojear y ponerse algo al día de esos “otros”
enfoques y leer algo más que solo TMR, enfoques contextuales y demás derivados
de su ramo paradigmático.
Quizás otros enfoques conductistas de “segunda
división” merezcan más atención de las que se les suele dar, como los “socioconductistas”
(Bernard Guerin, 2016, 2017, 2019) donde se busca más diversificar el poder y
el contra-control entre diversos estamentos de la población, “empoderando a la gente
en general”, que centralizando el poder en grupos de expertos inmaculados, que
vaya usted a saber qué criterios éticos tienen, que no necesariamente
correlacionan con sus conocimientos científicos o técnicos.
Todo esto aún lo tengo en revisión continua, pues
muchas veces no estoy de acuerdo ni conmigo mismo en determinados aspectos
según avanzan los años y la experiencia.
Posibilidad de que este planteamiento sea
erróneo, pues muchas, no pretendo hacer ningún “catecismo” de la psicología en general, ni del conductismo
laxo en particular.
¿Qué esto se debe a mi propia historia personal y
a las circunstancias que vivo y he vivido y a los efectos de mis conductas? ,
sin duda. Ni más ni menos como todos los humanos.
Lo que es evidente es que el conductismo no
trajo, como ninguna corriente de la psicología previa, ni posterior, desde el Manifiesto Conductista
(que podría tomarse irónicamente y de manera equivalente como “Manifiesto
Comunista”, al menos por algunos) el paraíso a la tierra, ni una ciencia sin
mancha prístina, bondadosa y bienaventurada.
Eso sí, trajo una ciencia en continuo desarrollo
que no puede ni debe hacer caso omiso a los contextos psicosociales, amén de pecar de soberbia excesiva en algunos casos.
Por supuesto todo esto "no es más" que un conjunto de clases de conductas verbalmente derivadas de experiencias previas; aunque soy consciente que para "los otros" serán otras, las explicaciones.
Bibliografía:
Hoffman, S.G and Hayes, S.C.
(2018). Process-Based CBT: The Science and Core Clinical Competencies of
Cognitive Behavioral Therapy . New Harbinger Publicatións.
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