Nota: Todo lo que leerá
a continuación es un mero ejercicio hipotético. No pretende convencerle de
nada, solo es un ensayo para repensar lo que está ocurriendo y lo que nos
espera a todos. Además añade algunas notas de que podemos hacer ante esto. También
su autor es consciente que en algunos puntos puede ser una “conspiro-paranoia”, pero sin que ello sea
un obstáculo al servicio de repensar todo esto, aunque cada lector llegue a
conclusiones distintas a las expuestas.
Cada vez con más insistencia se viene hablando en los medios
de comunicación de que la pandemia del coronavirus genera ya, y aún más, cuando lleguen las
consecuencias económicas negativas de la
misma con la aparición de una pandemia de trastornos mentales, donde los llamados problemas de
ansiedad, la depresión y el suicidio serán frecuentes.
Además se dice que la situación de confinamiento prolongado y
todas las perdidas socioeconómicas
posteriores dispararán la consiguiente pandemia de trastornos mentales,
ya que alterará el equilibrio de las personas.
Esto junto a la exposición de muchos sanitarios y otras personas en
primera línea a su vez provocará si o si una gran cantidad de trastornos postraumáticos;
duelos sin elaborar en condiciones adecuadas y un largo etcétera.
El mensaje que se está enviando es algo así, resumido
esquemáticamente:
(A) Acontecimientos externos negativos
estresantes -à(B) Rompe en mayor o menor equilibrio mental (cerebral) previo
según la “vulnerabilidad” (resistencia) de cada persona)-à Dando lugar a trastornos mentales ( C)
Es decir se está afirmando que hay dos realidades, una
personal, subjetiva, compuesta por una entidad mental o cerebral que
supuestamente define la resistencia, resilencia, aguante... de cada cual y unos
factores externos que la precipitan o desencadenan.
Pues bien esta es sencillamente la representación del modelo
medico vigente de la salud mental, ya sea que se revista de bioquímica o de
terapia cognitiva-conductual o como es frecuente de una combinación de ambos,
habitualmente en el llamado modelo de los 80-90 de “Vulnerabilidad/Estrés” aún
vigente y pujante.
Sin embargo como conductistas radicales somos muy críticos
con el anterior modelo, y no por llevarle la contraria, sino por que encubre
las cuatro causas que realmente generan esas dificultades en la vida de las
personas que después se hacen pasar como trastornos mentales; todo ello
siguiendo el análisis aristotélico-conductual (recuerde que para los conductistas
Aristóteles fue el primer conductista) que de manera precisa hiciera ya Marino
Pérez Álvarez en 2003, y que creemos preciso traer a cuento en esta situación
(Marino Pérez Álvarez. Las cuatro causas de los trastornos psicológicos.
Editorial Universitas, S.A. Madrid, 2003).
En la concepción original de Aristóteles se busca las causas
del ser de las cosas y de su movimiento; es decir de su constitución y de sus
acciones, si se trata de seres vivos.
En esta línea a veces se pone el ejemplo de una simple mesa,
de que material está hecha, sea de madera, plástico u otro material (la causa
material); que modelo o forma adopta esa mesa, ya sea redonda, rectangular,
etc. (la causa formal); quién hace la mesa, pongamos el carpintero o una serie
de personas en una cadena de montaje con sus herramientas (la causa eficiente)
y para que se hace esa mesa, cual puede ser su función, ya sea para comer,
leer, poner encima varios utensilios, etc. (la causa final)
Para no ser demasiados tediosos y aburrir en exceso al
lector, ese análisis pone el acento sobre de que están hechos los llamados
problemas psicológicos (la causa material), quién los hace (la causa
eficiente), cómo se forman (la causa formal)
y para qué sirven (la causa final).
Aquí habría que preguntarse sobre las cuatro causas de la pandemia
anunciada y a modo de bosquejo podemos señalar los siguientes aspectos:
1-Causa material: ¿De que estarán hechos los llamados
problemas de la pandemia de salud mental?
.Según el discurso dominante del modelo medico estos
problemas venideros de salud mental estarán hechos de desequilibrios bioquímicos o alteraciones del cerebro o de la mente
por causa de estresores como los referidos.
.Desde el punto de vista conductual es la propia persona
total en relación a las circunstancias
de su vida la que quedará más o menos ajustada a los cambios en esas
circunstancias. Y aún definido de manera más precisa, será la conducta de esa persona (lo que piensa, siente y hace) en
relación a esos nuevos ambientes las que funcionará mejor o peor en ellos.
La diferencia no es baladí, el modelo medico sitúa los
problemas en algo interior que se desequilibra, el modelo conductual en la
conducta de la persona total respecto a las circunstancias de su vida.
O sea aquí los problemas están hechos de la relación de la persona con las circunstancias de su vida y no de desequilibrios internos, material-cerebral o mental desencadenados por estresores ambientales.
O sea aquí los problemas están hechos de la relación de la persona con las circunstancias de su vida y no de desequilibrios internos, material-cerebral o mental desencadenados por estresores ambientales.
Además esas circunstancias o contextos donde el mayor o menor acceso a bienes materiales
(comida, dinero, trabajo, vivienda por ejemplo) y a soportes relacionales
(apoyo de otras personas, cercanía afectiva, ayuda de terceros...) son claves.
Los venideros problemas
de salud mental estarán hechos de personas que tienen problemas en sus vidas para acceder a
bienes materiales y relacionales no de desequilibrios en sus cabezas. Al
cambiar esos accesos las personas se meterán en situaciones que se tornarán
problemáticas para ellas. Las intervenciones pues han de apuntar a empoderarlas
o ayudarlas a que accedan a esos bienes. Para empoderarlas es importante que las
personas se asocien o agrupen en organizaciones que defiendan intereses
comunes.
2-Causa formal: ¿Cómo se formarán el tipo concreto de
malestar de la anunciada pandemia mental venidera?
.Desde el modelo medico mentalista dependerá de la estructura
de cada sujeto, de la configuración de su cerebro o mente y de donde es más vulnerable o débil en
esa estructura. Es decir pondrán el acento en cómo está hecha cada persona por decirlo así; habitualmente por
causas genéticas o biológicas.
.El modelo conductual no desdeña las causas genéticas ni las
biológicas como se suele creer, pero las sitúa en un plano de nuevo interactivo
del sujeto global con las circunstancias de su vida. No será tanto el circuito
o desequilibrio mental interno el que se ve comprometido sino las formas en que
las personas han aprendido a través de sus experiencias con determinadas
circunstancias de sus vidas en este caso de toda la macro-situación del
coronavirus y sus consecuencias reales.
En este aspecto las instituciones sociales desde el gobierno
con sus leyes y medidas de control (y la oposición), las instancias religiosas,
las formas de atención sanitaria (incluyendo la salud mental pública y
privada), las instancias de control económico (públicas y privadas), las formas
que emerjan de educación postcoranovirus (familiares e institucionales), tendrán un papel esencial en los formas o
modelos de malestar venideros.
Dicho de manera más concreta, las medidas que está adoptando
y adoptará el gobierno sobre leyes de ayuda, distribución de bienes y riqueza y
sanciones directas mediante las fuerzas de seguridad, el ejército, las
administraciones públicas, etc. afectan ya y afectarán de una u otra manera al
tipo de malestar o de bienestar de la gente.
Igualmente la de las otras instituciones referidas sobre lo que considerarán normal, adecuado, desmedido, etc. Y todo ello sin olvidar el llamado cuarto poder de la prensa y los medios de comunicación (al interés privado o público). Los propios sistemas de salud con sus diagnósticos y clasificaciones harán lo mismo para distribuir el malestar-tipo y los recursos que se le proporcionaran.
Todo esto generará contingencias o efectos concretos sobre las personas, en unas de una manera y en otra de otra, según su relación con esas circunstancias institucionales sociales concretas.
Igualmente la de las otras instituciones referidas sobre lo que considerarán normal, adecuado, desmedido, etc. Y todo ello sin olvidar el llamado cuarto poder de la prensa y los medios de comunicación (al interés privado o público). Los propios sistemas de salud con sus diagnósticos y clasificaciones harán lo mismo para distribuir el malestar-tipo y los recursos que se le proporcionaran.
Todo esto generará contingencias o efectos concretos sobre las personas, en unas de una manera y en otra de otra, según su relación con esas circunstancias institucionales sociales concretas.
Evidentemente habrá personas que ya estén sufriendo o sufrirán
las consecuencias de todas estas contingencias y sus cambios. Por ejemplo
muchos sanitarios que están o han estado en primera fila de atención están o serán
afectados por las situaciones vividas y muchas personas pierden seres queridos
y bienes materiales, negocios, puestos de trabajo, etc. Todos estos sufrimientos reales serán
clasificados y procesados y se les dará forma y peso según diferentes sistemas
diagnósticos que pondrán el acento en el tipo de malestar y no tanto en las
nuevas circunstancias que realmente hay que manejar.
Esas nuevas circunstancias no solo lo serán como consecuencia
directa de la afectación vírica o socio-económica sino que además serán
formuladas mediante conceptos lingüísticos desde las instituciones sociales
(entre ellas los propios servicios de salud mental públicos) que definirán su
gravedad y el tipo de intervención que precisan. Lo habitual es que lo hagan
desde una concepción de los “trastornos mentales” que a la postre está al
servicio del modelo medico dominante de la avería interna en la cabeza debida
en este caso a circunstancias externas.
Igualmente la prensa, los noticiarios públicos y privados
darán lugar a noticias tertulianos y expertos que incidirán una y otra vez en
esos trastornos mentales perpetuando el modelo; y quizás reclamando la
necesidad de más psicólogos y psiquiatras para atenderla.
Las instancias gubernamentales, las grandes empresas privadas
y los efectos económicos también formaran parte esencial de la forma que adopte
esa llamada epidemia de trastornos mentales. Por ejemplo si muchas personas son
privadas, como lo serán de diversas fuentes de satisfacción y soporte vital
(trabajo, ingresos, acceso a otros bienes) la respuesta más esperada será un
incremente de los llamados estados depresivos y de ansiedad, amén de suicidios,
etc.
Es suma las contingencias que establezcan las instituciones sociales con poder serán parte de la causa formal de esa pandemia.
Los venideros problemas
de salud mental pueden referirse a clasificaciones tipos de trastornos en
personas individuales y llegar a oscurecer el conglomerado de factores
institucionales que ejercerán control sobre las conductas de las personas. Si
no se las empoderan para ejercer contra control ante esos poderes que pueden llegar a centrar su interés más en
el beneficio específico de ciertos sectores
o intereses sociales sobre otros, todo quedará en un “es tu problema
mental individual”, y se seguirá las recomendaciones de lo que se establezca desde ellos.
3-Causa eficiente: ¿Quién hará la pandemia mental venidera?
Según los modelos médicos vigentes la pandemia la harán los
desequilibrios en las personas debida al estrés socio-ambiental actual y
venidero junto a los efectos propios del coronavirus.
Desde el punto de vista conductual, la pandemia venidera ya le
estamos haciendo todos con nuestras acciones cotidianas, pero no en la misma
medida y proporción. Los anunciadores de calamidades junto a los interesados en
atender a una población afectada de trastornos mentales serán sin duda más
protagonistas de ello.
Posiblemente muchos
psicólogos y psiquiatras, junto a instancias de poder concretas que saben que
una población sometida a estrés y miedo es más manejable, sean los más
interesados; unos por unos intereses (políticos, económicos de poder) y otros por otros (económicos, de prestigio
social , etc.). Ahora bien pueden que muchos de estos actores no hagan esto de
manera intencional sino aprendida socialmente dado los roles que se les ha
asignado en la sociedad. Darse cuenta de ello es clave. Para ello la labor de
muchos psicólogos/psiquiatras y otras personas es cuestionar este “status quo”
y ofrecer alternativas al mismo
4-Causa final: ¿Para qué hacer una pandemia de salud mental?
Pues ya hemos contestado, hipotéticamente en parte en el
punto anterior. Podemos ampliar un poco más la cuestión.
Aquí entra lo que los psicólogos conductuales llaman análisis
funcional de la conducta y lo que otras psicologías llamarían la
intencionalidad o propósitos de esta anunciada pandemia; o sencillamente al
servicio de qué intereses está.
¿Al servicio de qué
intereses puede estar promover la pandemia de trastornos mentales?
Por lo pronto una potencial beneficiaria puede ser la
industria farmacéutica tanto la que descubra los fármacos o vacuna contra el
covid-19 como aquella que proporcione ingentes cantidades de psicofármacos a la
atención de la llamada pandemia de trastornos mentales.
Otros beneficiarios indirectos, aunque ahora ofrezcan—solo por
un tiempo—sus servicios gratuitos, van a ser los propios expertos de la salud
mental, o sea muchos psicólogos y psiquiatras que tendrán que atender a una
población más empobrecida y abaratar sus minutas si quieren sobrevivir en el
sector privado y aquellos privilegiados que atiendan a una población más adinerada.
Muy posiblemente si se le sigue dando forma a esta pandemia
de trastornos mentales se pueda convertir en una ola de demandas además a los servicios públicos de
salud mental que se verán claramente desbordados en muchos países, dado el
ratio bajo de profesionales, lo que a su vez aumentaría las prescripciones psicofarmacológicas desde los servicios médicos de atención primaria y los de salud mental.
Evidentemente también puede ser una oportunidad para
reivindicar el aumento de profesionales y plantillas, pero en una situación precaria
los estados van a tener muchas limitaciones económicas para hacer esto.
Y finalmente otros intereses serán puramente económicos de
guerras comerciales entre países donde determinados sectores serán
beneficiarios frente a otros más perjudicados en una guerra comercial entre las
zonas europeas (y dentro de ella entre diversos países y tendencias políticas
en estos), la de Rusia, China y los Estados Unidos; siendo el resto de países más
periféricos pero muy afectados por todo esto.
En este posible clima de crispación los discursos extremistas
y populistas sean de derechas o izquierdas pueden ser otros de los potenciales
beneficiarios dado que arremeterán contra los fracasos de los gobiernos democráticos, auspiciados por el malestar de las personas afectadas y propondrán soluciones totalitarias y centralizadas. Esto debe ser también
denunciado si queremos aminorar su influencia.
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