martes, 19 de octubre de 2021

Reflexión sin pretensiones de hiperreflexión: ¿Qué se puede hacer con 30 minutos por paciente cada 2-3 semanas en el mejor de los casos? (Juan José Ruiz Sánchez, 19-10-2021)

 



Hola a todos. Trabajo en un servicio de salud mental público desde el año 1989. Nuestra agenda de trabajo (psicólogos y psiquiatras) suele ser citas de unos 30 minutos por persona y unas 8-10 personas citadas, más trabajo de elaboración de informes, contactos telefónicos con personas que no se pueden desplazar al servicio, reuniones del servicio internas y externas con otros dispositivos para distintos fines, etc.

Los casos son derivados por el médico de atención primaria (médico de familia) y la agenda consta de 2 primeras consultas (de lunes a viernes) y 6-8 revisiones diarias, con lo que a la semana solemos atender unos 10 casos nuevos y unas 30-40 revisiones por cada uno de nosotros.

Otro factor es que el ratio de psicólogos por 100.000 habitantes en nuestro caso es de 3, cuando en el resto de Europa suele ser de 13 en los mejores casos.

En todo este contexto de trabajo es en el que nos movemos, además con objetivos institucionales (reglas) habitualmente inalcanzables.

Me reitero desde hace años que la inmensa mayoría de los psicólogos contextuales no suelen describir en ninguno de sus manuales de terapia (¡y eso que son contextuales!) sus contextos de trabajo reales, por ejemplo su carga asistencial real, si su servicio tiene el mismo enfoque de trabajo o es un babel de perspectivas como suele ocurrir en la salud mental pública, el tipo y nivel cultural de la población que atiende y un largo etcétera de variables psicosociales que no pueden ser resumidas  ni desde un enfoque socio-verbal, a la postre más verbal que social y mucho menos en un análisis funcional de contingencias directas paciente a paciente que no contemple estas variables referidas (y que requieren un análisis funcional más global e institucional que raramente se encuentra en la literatura conductual tan habituada al n=1 o caso único).

La vivencia de esta situación suele ser la de “imposibilidad y limitación permanente” en el contexto de trabajo público, junto a los valores por la sanidad pública.

Cuando leo los manuales de AFC (de quién sea), los de ACT, FAP, DBT, etc.; sigo echando de menos que se describa la carga, lugar y población que atienden estos clínicos expertos (salvo en casos puntuales de terapeutas contextuales reconocidos como el de Kirk Strolshal y su esposa Patricia Robinson; busquen en internet al respecto) y siempre los veo necesitados de “adaptación y revisión” al contexto público.

Por estas situaciones mi interés está centrado desde hace bastante en las intervenciones breves individuales y grupales en contextos públicos. En esa revisión de trabajos contextuales en contextos públicos hay investigaciones de intervenciones individuales breves y grupales contextuales, efectivas, eficientes y eficaces; y en darle difusión frecuente estoy; aunque siga acompañándome esos pasajeros que siguen con su parloteo de insuficiencia e imposibilidad.

 

Cuando la próxima vez veas/escuches/asista a  una charla de terapias contextuales de cualquier terapeuta “experto” atrévete a preguntarle (si te parece pertinente, esto no es una regla mando) en qué contexto social trabaja, cual es el tipo de población que atiende, si trabaja en un equipo con una filosofía compartida, en que institución, con que agenda de pacientes/personas diarias, etc.

Si estos factores no se describen y explicitan por mucho AFC y flexibilidad psicológica que se promueva la visión será la de compartir principios de análisis e intervención, lo que realmente está muy bien, pero quedará del todo cojo (sin el otro zapato) sino se describe el contexto de trabajo del ponente o sea su contexto social de trabajo real y como se las apaña en este. Así al menos distinguirás la imagen “marketing/venta” del contexto de “trabajo real/con sus limitaciones”.


Cuestión adicional y vinculada con todo lo anterior es la promoción de mayor número de plazas de psicólogos clínicos especializados en las ofertas de oposiciones, políticas centradas en la sanidad pública, incorporación o no de los psicólogos sanitarios (además de los clínicos) a ciertos niveles asistenciales, etc.  Si, el peso de la política en todo esto es esencial. 

Esto es lo que reivindico, aunque me temo que la tónica general va a ser la descrita previamente de mucho “marketing/venta” del producto conductual con escaso contenido social-político-institucional, ya que la costumbre habitual es analizar una y otra vez "solo" (casi siempre) los antecedentes y consecuentes del caso único con sus conductas disfuncionales, con una "ceguera casi total" por los aspectos sociales referidos.


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