Hola a todos. Trabajo en un servicio de salud mental público
desde el año 1989. Nuestra agenda de trabajo (psicólogos y psiquiatras) suele
ser citas de unos 30 minutos por persona y unas 8-10 personas citadas, más
trabajo de elaboración de informes, contactos telefónicos con personas que no
se pueden desplazar al servicio, reuniones del servicio internas y externas con
otros dispositivos para distintos fines, etc.
Los casos son derivados por el médico de atención primaria
(médico de familia) y la agenda consta de 2 primeras consultas (de lunes a
viernes) y 6-8 revisiones diarias, con lo que a la semana solemos atender unos 10
casos nuevos y unas 30-40 revisiones por cada uno de nosotros.
Otro factor es que el ratio de psicólogos por 100.000
habitantes en nuestro caso es de 3, cuando en el resto de Europa suele ser de
13 en los mejores casos.
En todo este contexto de trabajo es en el que nos movemos, además
con objetivos institucionales (reglas) habitualmente inalcanzables.
Me reitero desde hace años que la inmensa mayoría de los
psicólogos contextuales no suelen describir en ninguno de sus manuales de
terapia (¡y eso que son contextuales!) sus contextos de trabajo reales, por
ejemplo su carga asistencial real, si su servicio tiene el mismo enfoque de
trabajo o es un babel de perspectivas como suele ocurrir en la salud mental
pública, el tipo y nivel cultural de la población que atiende y un largo etcétera
de variables psicosociales que no pueden ser resumidas ni desde un enfoque socio-verbal, a la postre
más verbal que social y mucho menos en un análisis funcional de contingencias
directas paciente a paciente que no contemple estas variables referidas (y que
requieren un análisis funcional más global e institucional que raramente se
encuentra en la literatura conductual tan habituada al n=1 o caso único).
La vivencia de esta situación suele ser la de “imposibilidad
y limitación permanente” en el contexto de trabajo público, junto a los valores
por la sanidad pública.
Cuando leo los manuales de AFC (de quién sea), los de ACT,
FAP, DBT, etc.; sigo echando de menos que se describa la carga, lugar y
población que atienden estos clínicos expertos (salvo en casos puntuales de
terapeutas contextuales reconocidos como el de Kirk Strolshal y su esposa
Patricia Robinson; busquen en internet al respecto) y siempre los veo necesitados
de “adaptación y revisión” al contexto público.
Por estas situaciones mi interés está centrado desde hace
bastante en las intervenciones breves individuales y grupales en contextos
públicos. En esa revisión de trabajos contextuales en contextos públicos hay
investigaciones de intervenciones individuales breves y grupales contextuales, efectivas,
eficientes y eficaces; y en darle difusión frecuente estoy; aunque siga acompañándome
esos pasajeros que siguen con su parloteo de insuficiencia e imposibilidad.
Cuando la próxima vez veas/escuches/asista a una charla de terapias contextuales de cualquier
terapeuta “experto” atrévete a preguntarle (si te parece pertinente, esto no es
una regla mando) en qué contexto social trabaja, cual es el tipo de población
que atiende, si trabaja en un equipo con una filosofía compartida, en que
institución, con que agenda de pacientes/personas diarias, etc.
Si estos factores no se describen y explicitan por mucho AFC
y flexibilidad psicológica que se promueva la visión será la de compartir principios
de análisis e intervención, lo que realmente está muy bien, pero quedará del
todo cojo (sin el otro zapato) sino se describe el contexto de trabajo del
ponente o sea su contexto social de trabajo real y como se las apaña en este.
Así al menos distinguirás la imagen “marketing/venta” del contexto de “trabajo
real/con sus limitaciones”.
Cuestión adicional y vinculada con todo lo anterior es la promoción de mayor número de plazas de psicólogos clínicos especializados en las ofertas de oposiciones, políticas centradas en la sanidad pública, incorporación o no de los psicólogos sanitarios (además de los clínicos) a ciertos niveles asistenciales, etc. Si, el peso de la política en todo esto es esencial.
Esto es lo que reivindico, aunque me temo que la tónica
general va a ser la descrita previamente de mucho “marketing/venta” del
producto conductual con escaso contenido social-político-institucional, ya que la costumbre habitual es analizar una y otra vez "solo" (casi siempre) los antecedentes y consecuentes del caso único con sus conductas disfuncionales, con una "ceguera casi total" por los aspectos sociales referidos.
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