¿Qué es y no es un problema psicológico desde la
perspectiva conductista contextual?
Juan José Ruiz Sánchez
y María De los Ángeles López De Uralde Selva
19-4-2020
1. Preguntar por esto
ya es poner en solfa el modelo dominante
El hecho de plantear estas preguntas puede sorprender a
muchos, incluso a los propios psicólogos.
El motivo de la sorpresa se debe a que las personas en
general y los profesionales de la llamada salud mental tienen más o menos claro que es un problema
psicológico.
Lo que quizás no tengan tan claro es que los conceptos sobre
que es un problema psicológico e incluso sobre que es un trastorno mental (que
no es lo mismo exactamente) están ligados
histórica, social y culturalmente no solo a las llamadas disciplinas
científicas de la psicología y la psiquiatría, sino que todas ellas a su vez
están relacionadas con concepciones filosóficas, ideológicas y políticas
concretas, que han sido las hegemónicas
como instituciones de poder y control en cada momento de la historia humana.
2. ¿Y cuál es esta
concepción hegemónica?
Actualmente en las sociedades occidentales, para la población
en general, un problema psicológico es un concepto similar a lo que es una
enfermedad mental. Y se define como un fallo individual, de la persona que
ocurre en su interior como una avería o malfuncionamiento en su cabeza. Ese fallo interno individual
bien tiene un origen nervioso (de su sistema nervioso) o bien deriva de un conflicto mental o emocional.
La concepción popular no hace sino reproducir el formateo
continuo del modelo biomédico dominante que de manera más refinada supone que
los problemas psicológicos son enfermedades del cerebro a distintos niveles de
causa ambiental o biológica.
La línea dominante de la psiquiatría la mayoría de las veces
suelen otorgar más peso a lo biológico que a lo a lo ambiental; y cuando
aparece lo ambiental es como desencadenante de una vulnerabilidad o debilidad
del propio sujeto de origen biológico
que las llamadas ciencias neurocognitivas tratan de encontrar mediante los
llamados “marcadores biológicos” sin
mucho éxito al parecer, salvo correlaciones diversas obtenidas mediante
neuroimágenes.
Esas neuroimagenes muestran cómo se iluminan distintas partes
del cerebro en personas que se han agrupado en diagnósticos psiquiátricos
cuando se les pide hacer ciertas tareas específicas; entendiendo que esas
variaciones de iluminación se deben a diversas formas específicas de
funcionamiento cerebral que se entienden afectadas o alteradas.
Una pequeña proporción sin embargo de la psiquiatría (la
llamada psiquiatría crítica) y de las neurociencias abogan por una mayor
relación entre los factores socio-ambientales, las conductas de las
personas y los cambios en el cerebro o los propios genes
(Ruiz, 2017).
3. ¿Pero es lo mismo un
problema psicológico que una enfermedad mental incluso desde esta concepción
hegemónica?
La psiquiatría dominante entiende que los problemas llamados
psicológicos son enfermedades mentales
más leves de origen psicosocial que precipitan o desencadenan vulnerabilidad
o debilidades biológicas de las personas, incluyendo en ellas los llamados
trastornos de adaptación, de estrés y algunos de los llamados trastornos de
ansiedad y depresivos más leves. A menudo son agrupados con las siglas “TMC”,
de trastorno mental común.
Estos TMC suelen ser coincidentes con la concepción que tienen las personas en general en nuestras sociedades cuando se
les pregunta que entienden por un problema psicológico, respondiendo algo
similar a lo siguiente: “que no son felices, que no se encuentran bien y que
desean deshacerse del malestar emocional”; que suele ser lo que después
demandarán a los profesionales de la salud mental que le van a atender.
Es decir los problemas psicológicos desde esta perspectiva
socialmente dominante son los trastornos más leves de las enfermedades
mentales.
Las llamadas enfermedades
mentales graves estarían mayoritariamente agrupadas en torno a las llamadas
las psicosis, los trastornos de ansiedad, del ánimo más graves y la mayoría de los
llamados trastornos de la personalidad, que agrupados, suelen enmarcarse bajo
el nombre de “TMG” (Trastorno mental grave).
Lo que postula esta perspectiva es que un problema
psicológico es un malestar subjetivo de tipo emocional que hace a la gente
infeliz y que se debe a un fallo o avería personal; que si cae en manos de un
psiquiatra más biológico será por una avería bioquímica y si cae en manos de un
psicólogo mentalista lo será debido a un fallo mental en forma de conflicto
interno, de tipo cognitivo-emocional, que tradicionalmente se suele formular
como “eso se debe a tu actitud ante las cosas de la vida”, apelándose y/o en
combinación de una restitución de la bioquímica alterada y/o a un cambio de
actitud personal ante la vida con diversas técnicas específicas.
4. ¿Y qué tienen que
decir a todo esto los psicólogos conductistas contextuales? Por lo pronto
muchos de ellos son inconsecuentes con sus propias posiciones.
Aquí resulta también llamativo el desacuerdo entre ellos. Por
lo pronto hay psicólogos conductuales o contextuales que siguen defendiendo
parte del discurso dominante anterior.
Hay psicólogos contextuales que se mueven, no solo
estratégicamente para conseguir penetrar en posiciones diversas, sino también
convencidos, de que hay que combinar lo contextual con las aportaciones
cognitivas-conductuales más tradicionales, y llevar a cabo todo lo que sea útil
y funcione en aras de un pragmatismo
feroz sin importar las incongruencias filosóficas de fondo.
Así aparecen textos, por ejemplo, que combinan sin ningún pudor terapia de
esquemas y terapia de aceptación y compromiso (Mckay, Lev, Skeen y Hayes, 2012;
Roediger, Stevens y Brockman, 2018) incluso, apoyado por el mismo S. Hayes; posiblemente
por un interés estratégico de introducir lo contextual en terreno diversos.
Podría denominarse a estos enfoques híbridos de “posición de 2.5” , más que de tercera
generación. Les importa solo los resultados, lo demás sobra. Parecen no caer en
la cuenta que las posiciones filosóficas tienen implicaciones en la práctica diaria,
y como se abordan los problemas humanos de manera diferente. Y como esas
prácticas a la larga constituyen prácticas culturales (en forma de terapias-tipo
compartidas y difuminadas) que refuerzan
los discursos dominantes.
Muchas veces los propios psicólogos contextuales usan en sus
valoraciones psicológicas escalas diversas para medir el malestar en términos
de psicopatología (escalas de ansiedad, depresión…) porque lo exige la línea
editorial de la revista de turno, sin percatarse de la ideología y filosofía de
fondo que sustenta esto, o sea la hegemónica antes referida; muy común al buen
entender entre la tradición cognitiva-conductual más clásica y la psiquiatría
oficial.
5. ¿Y que son los
problemas psicológicos?
Hagamos ahora un pequeño repaso sobre estas cuestiones tal
como ha sido planteada por algunos psicólogos contextuales o conductuales que
consideramos relevantes para estas preguntas.
La exposición de López y Costa (2014) se centra por un lado en lo que no son los problemas
psicológicos: No son enfermedades. Lo hacen desde la psicología científica, en
concreto desde la perspectiva conductual.
Argumentan que los
llamados trastornos mentales son creaciones interesadas de distintos grupos de
presión con mucho poder, como la industria farmacéutica que apoya directa o
indirectamente las ediciones diagnósticas DSM por un lado y por otro, derivan
de una especie de logomaquia (un juego de palabras circular donde el trastorno
se define por sus síntomas y la
presencia de estos definen un supuesto trastorno o fallo interno) sustentada en
el modelo médico (los problemas psicológicos son enfermedades del
cuerpo-cerebro) sin que lo avalen hallazgos sólidos.
También hacen mención a lo que es un problema psicológico
(López y Costa, 2014) como comportamientos problemáticos. Es decir acciones de las
personas, cosas que hacen o dicen, incluidas las que dicen sobre que piensan y
sienten, que socialmente para otros y para ellas mismas se vuelven problemáticas en sus condiciones de
su vida en su cultura, grupo o sociedad de referencia. Es más, se extienden en
esto y refieren que los problemas psicológicos son problemas de la vida en los
contextos donde la gente vive.
Sin embargo, apuntan (López y Costa, 2014) que los problemas
psicológicos son convertidos en trastornos mentales desde la psiquiatría y
muchas corrientes psicológicas, desde una perspectiva muy conservadora, que las
transforman en enfermedades individuales desligadas de las condiciones de la
vida de estas personas.
La alternativa que proponen al modelo dominante es
contextualizar los problemas psicológicos como problemas de la vida que son conductas
problemáticas donde se combinan los saberes del análisis funcional conductual y
las aportaciones filosóficas fenomenológicas-existenciales que sitúan la
persona en las situaciones de sus vidas con sus dificultades concretas y sus
biografías previas.
Añaden además la importancia de los procesos de aprendizaje
en estos problemas, pero entendidos también de manera sencilla y no solo
técnica (en Ruiz y cols., 2018 nos extendemos en este punto) como “cosas que nos pasan en la vida, y como consecuencias
de las cosas que hacemos en la vida, casi siempre en relación a otras personas”.
Una exposición más reciente es la de Delgado (2019) que nos
ofrece en un breve pero sustancioso artículo las claves para distinguir lo que
es un problema psicológico. Destaca de manera importante que hay gran cantidad
de problemas en la vida de las personas que les afectan pero que no son propiamente problemas psicológicos.
Desde esta perspectiva va desglosando lo que no son problemas
psicológicos: los problemas orgánicos de causa médica como las infecciones o
las demencias no son problemas psicológicos ni son competencia primordial del psicólogo, aunque el psicólogo
secundariamente a otros especialistas
médicos puede proporcionar alguna ayuda a estos (p.e en algunos aspectos de las
demencias).
Tampoco son problemas psicológicos lo que la psiquiatría
tradicional define como psicopatología, aunque muchos psicólogos se suban a
este carro donde aportan su complemento a las intervenciones psiquiátricas.
Desde esta perspectiva psicopatológica se genera muchos abusos, estigmas y exclusiones sociales
(Delgado, 2019).
No todo sufrimiento emocional tampoco es un problema
psicológico. Ser víctima de un acoso laboral o ser desahuciado, perder a un ser
querido, y otros problemas sociales que aunque conlleven un intenso sufrimiento
no son problemas psicológicos, aunque los psicólogos podamos colaborar con
otros profesionales y recursos sociales en atender puntualmente estas
dificultades.
¿Qué es entonces un problema psicológico? Tal como lo plantea Delgado (2019), es el
resultado de cuando tratamos de conseguir un fin y nos encontramos con un
conjunto de circunstancias que nos lo impiden. En este aspecto está siempre implicado lo que hacemos en esas
circunstancias de la vida. Esto genera sufrimiento, pero no siempre es así.
Siguiendo en esto a Marino Pérez; Delgado (2019) añade que
esas situaciones de la vida suelen ser situaciones límite donde la persona está
inmersa. No están dentro de la persona, sino que la persona está dentro de esas
situaciones. Muchas veces la búsqueda de evitar el malestar a toda costa en
esas situaciones perpetúa aún más el problema a la larga.
Es llamativo, que ya en la tradición budista y hasta en el
psicoanálisis está presente que el deseo
consciente o inconsciente se relaciona
con el llamado sufrimiento psicológico, con las emociones y con la
infelicidad.
Como se suele decir desde las terapias de tercera ola, “mientras mayor es la distancia entre lo que
tienes y lo que deseas mayor es tu sufrimiento”.
Muchas veces no nos percatamos que otras corrientes
psicológicas dicen casi lo mismo en su lenguaje.
Desde estas perspectivas los problemas psicológicos derivan del
deseo insatisfecho en la vida; y es
inherente a cualquier cultura o época de la historia; aunque en cada momento
pueda darse o formatearse de distinta manera e incluso incentivarse
socialmente.
De hecho las sociedades capitalistas se basan en fomentar o estimular el deseo continuo de nuevos bienes que sean deseables, sean necesarios o no; o incluso mejor si son innecesarios y pasajeros para que puedan ser sustituidos por otros objetos de deseo a favor del mercado de consumo.
De hecho las sociedades capitalistas se basan en fomentar o estimular el deseo continuo de nuevos bienes que sean deseables, sean necesarios o no; o incluso mejor si son innecesarios y pasajeros para que puedan ser sustituidos por otros objetos de deseo a favor del mercado de consumo.
Veamos que refieren al respecto dos psicólogos conductuales
españoles relevantes sobre esta
cuestión: Marino Pérez Álvarez (Pérez Álvarez, 2001, 2008, 2009, 2013a, 2013b,
2017, 2018 y María Jesús Froján Parga (
Froján, 2006, 2011, 2019).
El planteamiento de Pérez Álvarez es definir los problemas
psicológicos en términos contextuales, ligados a la vida y no a la
psicopatología o la biología (Pérez Álvarez, 2008). Estos problemas no deben
ser medicalizados ya que tienen causas psicosociales, que abarcan ya de por si
los aspectos biológicos. También en esta línea existen muchos problemas médicos
o psicosomáticos relacionados con aspectos psicosociales que podrían requerir
atención psicológica al menos complementaria a otras intervenciones.
Sin embargo, describe Pérez Álvarez (2008) hay que considerar
como piensan las instituciones, los profesionales y los pacientes/usuarios
sobre lo que son los problemas psicológicos y que hacer con ellos. En general piensan que son enfermedades como
otras cualquiera y donde medicar es una prioridad. Para ello los psicólogos tienen como reto
cambiar esta forma de pensar sobre los problemas psicológicos.
Los problemas psicológicos no son entidades de tipo natural
como la diabetes o la artritis sino entidades interactivas o tipos prácticos
sujetas a interpretaciones que surgen de problemas reales de la vida como “pérdidas, frustraciones, decepciones,
conflictos, abusos, maltratos, flaquezas, miserias e infelicidades” (Pérez Álvarez, 2008).
Considerarlos como enfermedades va ligado a importantes consecuencias, muchas
de ellas muy negativas: no reducen el estigma sino que lo aumenta a pesar de
las campañas de salud mental, las personas etiquetadas de enfermas mentales son
tratadas de forma más aversiva por los otros en general, incluso por sus
familiares, son sometidas a tratamientos más duros, se les cronifica, etc.
En este artículo de Pérez Álvarez (2008) llega a preguntar
explícitamente que es un problema psicológico y en qué se diferencia de otros
problemas de la vida. Responde que desde
lo contextual la respuesta es clara: un problema psicológico es un esfuerzo
contraproducente. Conlleva un malestar y los intentos de solución al mismo. Y
esto es compartido, refiere, por diversas perspectivas psicológicas desde la
adleriana, el psicoanálisis, la sistémica, la existencial, la evolutiva, etc.
Esto hace a diferencia de otros problemas de la vida que la persona entre en una situación que se convierte en problema psicológico mediante una pauta de conducta o patrones de acción que les lleva a meterse cada vez más en esa situación problemática en vez de sacarla de ella en un circuito autorreflexivo.
Esto hace a diferencia de otros problemas de la vida que la persona entre en una situación que se convierte en problema psicológico mediante una pauta de conducta o patrones de acción que les lleva a meterse cada vez más en esa situación problemática en vez de sacarla de ella en un circuito autorreflexivo.
Posiblemente este sea uno de los artículos angulares para
responder e esta cuestión central. En esta misma línea profundiza en artículos
sucesivos (Pérez Álvarez, 2003, 2009, 2013a, 2013b, 2017, 2018), donde pone de
relieve aspectos como la importancia de
potenciar el análisis funcional de la conducta para comprender como funciona el
problema psicológico, orientar a la persona hacia los objetivos y valores
importantes en su vida que se definen de manera distinta pero que
conductualmente son los reforzadores de cada uno; destacando en esta tarea el
trabajo de la terapia de aceptación y compromiso (ACT) ; sin olvidar
aportaciones claves de la psicología adleriana y la
existencial-logoterapéutica.
Una presentación más profunda, extensa y elaborada de que son
los problemas o trastornos psicológicos
se encuentra en la obra de Pérez Álvarez llamada “Las cuatro causas de
los trastornos psicológicos” (Pérez Álvarez, 2003) donde utiliza la concepción
aristotélica (Aristóteles para muchos fue el primer conductista) para explicar
de que están hechos los problemas psicológicos (su causa material), quién los
hace (su causa eficiente), cómo se hacen (su causa formal) y para qué sirven
esos problemas o trastornos psicológicos (su causa final).
Respecto a su causa
material de que están hechos formados esos problemas psicológicos, cada
escuela de la psicología o psiquiatría tiene su propia concepción como hemos
referido antes como fallos cerebrales, mentales o patrones de conducta; según
la perspectiva en cuestión.
Sobre la causa
eficiente de quién hace o crea estos problemas psicológicos se destacan los
actores de esta trama; por un lado el paciente, por otro el clínico, sin faltar
de fondo el entorno social.
En relación a la causa
formal de cómo se presenta el
problema o trastorno psicológico concreto aparecen por un lado las categorías
diagnósticas que describen y prescriben que hacer con ellos (sobre todo desde
la psiquiatría clásica y también desde las terapias cognitivas conductuales más
clásicas); así como la propia concepción que tiene la gente en general sobre
estos.
Un desarrollo paralelo observando las afinidades y semejanzas
entre la psicología conductual y la adleriana desde la perspectiva aristotélica
de las 4 causas lo presentamos en nuestra obra “Psicoterapia conductual
adleriana” (Ruiz, 2015).
Y sobre la causa final
o el para qué del problema o trastornos psicológico es importante identificar
que función cumple todo trastorno en el sistema adaptativo de la persona que lo
tiene como intento de solución a sus problemas aunque a la larga sea
desadaptativo..
Por su parte, Froján Parga expone como el adjetivo
“psicológico” se utiliza coloquialmente para referirse a dolores, sufrimientos
y cansancios inexplicables y que se suele asociar a lo inventado, lo subjetivo
y lo intangible; y como esto produce a veces rechazo despectivo cuando se
afirma que el conocimiento psicológico puede ser científico (Froján 2019).
En este mismo artículo (Froján, 2019) considera que apoyar la
psicología en neurociencia para hacerla más científica es un error. La
psicología tiene su propio terreno, el de la conducta. La psicología como
ciencia abarca las conductas relacionadas con el sufrimiento humano.
Desde su perspectiva los problemas psicológicos son aquellos
que se refieren a conductas en situaciones que generan sufrimiento humano. En
este orden de cosa se trata de evaluar las conductas de los sujetos como
organismos totales que se relacionan con sus entornos físicos, sociales y
biológicos y que se constituyen como
problemáticas (Froján, Montaño y Calero,
2006).
El como se constituyen de manera problemática a su vez se
relaciona con las definiciones sociales vigentes de que es un problema psicológico
y con los procesos de aprendizaje (operantes y respondientes) que hacen que la
conducta de las personas tengan unas funciones o propósitos sean advertidos o
no por estas; siendo estas funciones un
para que en sus interacciones con el
medio donde viven y hacen su vida (Froján, 2011).
Es decir los problemas psicológicos no solo tienen causas
sino también funciones en las vidas de las personas.
6. ¿Es la psicología
una ciencia que da respuesta a los problemas psicológicos?
¿Es la psicología una ciencia? si tomamos como ciencia el
conjunto de comportamientos que nos ayuda a conocer predecir y controlar las
variables que influyen en un acontecimiento, podríamos dudar de que la
psicología es una ciencia.
Si analizamos esta definición, podríamos pensar que controlar
y predecir todas las variables que actúan en un individuo y en un contexto
concreto es prácticamente imposible y si lo hiciéramos corremos el riego de hacer
inferencias y dar explicaciones cognitivas.
En primer lugar cada individuo pose una historia diferente,
si algo podemos afirmar es que no existen dos personas con historias idénticas
ya que las innumerables variables que han influido en sus vidas son diferentes.
Podríamos decir metafóricamente que la vida o la personalidad
(los aprendizajes) de cada persona son como un telar, donde al verlo desde
lejos ves la figura que en él se representa, pero al querer aislar un hilo del total,
además de perder el sentido y razón, nos resulta improbable el saber de dónde
procede ese hilo en particular y su recorrido.
Es decir si nos resulta tan difícil describir la variable
exacta que da razón a un comportamiento, ¿porque decimos que la psicóloga es
ciencia? Si no tenemos certeza de las variables. Por otra parte si la
réplicabilidad es la razón de ser de la ciencia y no somos capaces de aislar
todas las variables, ¿seremos capaces de replicar?
Y dicho esto, centrándonos en el tema de los problemas
psicológicos, la psicología como ciencia puede dar razón de los problemas
psicológicos o quizás debemos tomar distancia, embutirnos en un contexto
filosófico.
Quizás si vemos al ser humano como un ser verbal dentro de un
contexto verbal (lo social) que moldea los comportamientos (sería estos los
hilos guía, que están en los bastidores,
de los tapices cuando se fabrican el tapiz) entonces seríamos capaces describir
las variables “guías” (aprendizajes moldeados socialmente o contingencias
sociales) y podamos de esta forma controlar y predecir algunas variables que son causas del comportamiento humanos y
podernos de esta forma describir que es problema psicológico para un individuo
concreto .
Un problema psicológico no es:
.Una enfermedad
mental o física
.Una entidad natural
de la condición humana tal cual.
.Un trastorno mental.
.Una entidad
diagnóstica.
.Una alteración
neurocognitiva y/o bioquímica.
.Algo individual que
emana del sujeto interno.
.Una avería interna de
la cabeza de tipo mental o cerebral.
.Algo inventado,
intangible y subjetivo.
Un problema psicológico es:
.Una entidad
interactiva sujeta a interpretaciones socioculturales según el contexto
histórico-social del momento.
.Esa entidad
interactiva está hecha de clases de conductas de las personas en relación a
sus entornos y condiciones de sus
vidas.
.No son cualquier
tipo de problemas o situaciones de la vida sino aquellos donde las personas se meten y quedan
atrapadas.
.Quedan atrapadas al
realizar esfuerzos contraproducentes mediante ciclos repetitivos e
inefectivos de clases de conductas como respuestas ante un malestar.
.Esas ciclos
repetitivos están conformados por un malestar e intentos infructuosos de
solucionarlos.
.Esas clases o
patrones de conductas contraproducentes se aprenden y mantienen por sus
funciones en la vida de esas personas.
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7.Implicaciones prácticas para el trabajo psicológico
De la anterior exposición se derivan varias cuestiones significativas que afectan a los psicólogos orientados contextualmente y que pueden quizás sorprender a muchos de estos mismos, dado que incluso lo dicho nos situa un paso más allá de las "apariencias" y las "formas", es decir de las clasificaciones, ya sean psicopatológicas, sociológicas o incluso conductuales.
Aquí lo importante no es tanto el tipo de presentación del problema, su topografía sino su afectación vital, su funcionalidad.
Efectivamente el problema presentado puede ser de tipo laboral, orgánico, relacional o de cualquier otro tipo. Esos ambitos no deben pasar desapercibidos a la hora de intervenir, pongamos para el caso buscando recursos socioeconómicos, tratamientos medicos o resolucion de conflictos relacionales,
Si además existen esfuerzos contraproducentes (Pérez Álvarez, 2008) para la resolución de esas situaciones problemáticas (aunque sean de causa orgánicas o sociolaborales) que las atascan o meten cada vez más en ellas, la intervención psicológica estará justificada, aunque sea paralela a la de otros agentes sociales.
Esto da a la intervención psicológica su caracter propiamente conductual que no se reduce a la biología ni a la sociología.
Bibliografía:
-Delgado, E. Claves
para distinguir un problema psicológico. El país semanal. 21 de julio de
2019
-Froján Parga, M.X. ¿Por qué la gente
cambia en terapia? Un estudio preliminar. Psicothema 2006. Vol. 18, no 4, pp. 797-803
-Froján Parga, M.X. ¿Por
qué Funcionan los Tratamientos Psicológicos? Clínica y Salud, vol. 22, núm.
3, 2011, pp. 201-204.
-Froján Parga, M.X. La
psicología como ciencia… pesar de los
psicólogos. Blog de Roberto Colom. 28 de octubre de 2019
-López, E. y Costa. M. Los
problemas psicológicos no son enfermedades. Pirámide, 2014
-Mckay, M.;
Lev, A.; Skeen, M. and Hayes, S. Acceptance
and commitment therapy for interpersonal problems. New Harbinger
Publications. 2012
-Pérez
Álvarez, M, y Fernández, J.R. El grano y la criba de los tratamientos
psicológicos. Psicothema, 2001. Vol. 13 n 3. pp. 523-529
-Pérez Álvarez, M. Las
cuatro causas de los trastornos psicológicos. Editorial Universitas S.A.
2003
-Pérez
Álvarez, M. Más allá de la salud mental:
la psicología en atención primaria. Papeles del psicólogo. 2008. Vol.29 (3). pp. 251-270.
-Pérez
Álvarez, M. ¿Son los trastornos mentales
enfermedades como otras cualquiera?
En portada. Infocop. 2009
-Pérez Álvarez, M.
Anatomía de la psicoterapia. El
diablo no está en los detalles. Clínica Contemporánea Vol. 4, n.° 1, 2013a
- Págs. 5-28
-Pérez Álvarez, M. "Alternativas a las clasificaciones diagnósticas no faltan". Entrevista a M. Pérez Álvarez, catedrático de la Universidad de Oviedo. Infocop. 19/12/2013b
-Pérez Álvarez, M. El turno transdiagnóstico y el retorno de la psicopatología: el tema de nuestro tiempo en psiquiatría. Cuadernos de psiquiatría comunitaria. Vol. 14. n 1, 2017
-Pérez Álvarez, M. La
Psicología más allá del dualismo y el cerebrocentrismo. Apuntes de
Psicología Colegio Oficial de Psicología de Andalucía Occidental, 2018, Vol.
36, número 1-2, págs. 7-20.
-Roediger, E,; Stevens, B.A and Brockman, R. Contextual Schema Therapy: An Integrative Approach to Personality Disorders, Emotional Dysregulationsm and Interpersonal Functioning. New Harbinger Publications. 2018
-Ruiz, J.J. Psicoterapia conductual adleriana. Lulú Editores. 2015
-Ruiz, J.J. Psiquiatría no convencional. Lulú
Editores. 2017
-Ruiz, J.J y cols. Conductismo.
La psicología del verbo. Lulú Editores. 2018
El hombre es, por sobre todas las cosas, un ser social y esta definiciòn es el talòn de aquiles del desarrollo de la ciencia psicològica a lo largo de su historia.
ResponderEliminarLa comprensiòn en su esencia y consecuencia central, de estas dos palabras, que implican indudablemente lo filosòfico, es el obstàculo insalvable para la totalidad de las corrientes psicològicas. Unas màs otras menos unilateralizan el enfoque y estudio de las psique humana.
Por ejemplo, no deja de ser sintomàtico que la corriente cognitivo conductual, en el àrea de la psicologìa social, no ofrezca muchos resultados de estudios realizados en la misma realidad social y contrariamente continue hacièndolos in vitro, desestimando justamente la naturaleza social del hombre. Indudablemente, reproducir las condiciones sociales del hombre requiere, de por sì, un gigantesco esfuerzo.
Excelente lectura. Me abre paso a varias interrogantes que quizá no tengan una razón científica y que me aportaría más una revisión filosófica del hombre.
ResponderEliminarGracias por comentar; y me alegra le sea útil para esas reflexiones filosóficas.
EliminarYa existen aspecto de esto que indica sin salir de la psicología, Unknow, por ejemplo las publicaciones de Bernard Guerin.
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