¿QUE HACE QUE LOS HUMANOS DIGAMOS UNA COSA Y HAGAMOS OTRA EN
MUCHAS OCASIONES Y CÓMO AUMENTAR LA CORRESPONDENCIA ENTRE AMBAS?
(Ruiz y Cravzoff, 2020)
Todos sabemos que los
políticos en campaña prometen unas cosas y después si llegan a
gobernar hacen otras justificando sus acciones de distinta manera. Y
todos sabemos que nosotros mismos a veces decimos que vamos a hacer
una cosa y después hacemos otra.
Esto muchas veces se debe a
que las circunstancias donde decimos una cosa es diferente a las que
después no encontramos al hacerlas, y no necesariamente se debe a
una falta de honradez o a mentiras al seguir unos valores y acciones
coherentes con ellos. Por ejemplo prometimos algo en unas
circunstancias (o los políticos del ejemplo) y después estamos en
unas condiciones bien distintas donde es complicado a imposible
llevarlas a cabo; esto es sin duda algo común.
Evidentemente también hay
personas que funcionan dando el “parabién a todos” y después
hacen otras cosas bien distinta a lo prometido por que ello tiene
unas funciones en sus vidas, como conseguir ciertas ventajas y
beneficios sobre otros, etc. En estos casos si que está justificado
hablar de mentiras y malas artes poco honradas.
Este tema es de una
importancia social capital (Herrazo y Luciano, 1994) dado que supone
la mayor o menor coherencia o correspondencia entre los que se dice
y lo que se hace y tiene e efecto de una mayor o menor confianza
en las relaciones sociales.
También es muy importante en
las relaciones de terapia entre los clínicos y sus clientes, ya que
conlleva que estos hagan o no lo que han compartido con nosotros
verbalmente ( han dicho que han hecho o van a hacer) en la sala de
consulta y lo que hicieron o harán en su vida fuera de esta.
Esto también nos incumbe como
psicólogos o psiquiatras cuando decimos que nosotros hacemos tal
cosa (como ejemplo) o proponemos un curso de acción o un ejercicio
experiencial por caso para abordar una cuestión, y después en
nuestras vidas hacemos cosas bien distintas.
¿Y
cómo podemos aumentar la correspondencia o coherencia entre lo que
dicen nuestros clientes (y nosotros mismos) y lo que hacen (hacemos)
después?
Inicialmente Herrazo y Luciano
(1994) hace ya 16 años exponen hasta 10 procedimientos distintos
para reforzar diferencialmente a niños normales, y a niños y
adultos con retraso en el desarrollo la correspondencia decir-hacer
con el objetivo de que estos niños presentaran conductas posteriores
adecuadas en otros contextos y dejaran de hacer otras inadecuadas.
Todo ello siguiendo los procedimientos operantes skinnerianos.
Los resultados es que se
muestran útiles, pero no exentos de problemas siendo el mayor la
variabilidad entre los sujetos en estas correspondencia, elemento que
no tiene respuesta en ese año del artículo, y que sitúa a Luciano
en un momento puente del cambio posterior que hace en la línea de
Hayes y la teoría del marco relacional en una perspectiva
postskinneriana.
¿Qué
ocurre en adulto o niños sin retraso del desarrollo? ¿Son
suficientes los programas de reforzamiento diferencial?
Como respuesta a estas
preguntas, al menos en parte, es importante considerar el papel del
autocontrol en los humanos, y paralelamente el papel del
lenguaje.
El autocontrol supone regular
el propio comportamiento en función de reforzadores demorados, que
en la terapia ACT reciben el nombre de valores, y no los inmediatos
que igualmente en ACT suponen muchas veces el reforzamiento inmediato
muchas veces de tipo negativo al terminar con
experiencias-situaciones desagradables inmediatas.
Siguiendo a Wilson y Luciano
(2007) los humanos establecemos relaciones arbitrarias entre
comportamiento verbal y no verbal, en este caso entre el decir y el
hacer, que hemos aprendido desde que nos relacionamos con otras
personas desde nuestra infancia. Una vez que lo hemos aprendido
podemos regular nuestra conducta verbal y simbólicamente aún en
presencia de contingencias inmediatas contrarias y aún ante aspectos
que no están presentes físicamente en la situación actual.
El cambio es enorme en esta
concepción. En la primera, que podemos llamar de aprendizaje
asociativo, la conducta es regulada por estímulos o
consecuencias inmediatas que están presentes en la vida del sujeto
en ese momento o bien que suceden de manera espacio-temporal a sus
acciones de manera más o menos inmediata.
Esto realmente funciona así para todos los humanos, al menos durante el primer año de vida (Hayes, 2020). Ahora bien una vez establecido unos repertorios verbales mínimos, las personas entramos en el mundo simbólico de los significados verbales, donde nuestras conductas siguen teniendo funciones o propósitos (esto es común para skinnerianos y postskinnerianos) pero se desarrolla un nuevo tipo de aprendizaje, el relacional.
Esto realmente funciona así para todos los humanos, al menos durante el primer año de vida (Hayes, 2020). Ahora bien una vez establecido unos repertorios verbales mínimos, las personas entramos en el mundo simbólico de los significados verbales, donde nuestras conductas siguen teniendo funciones o propósitos (esto es común para skinnerianos y postskinnerianos) pero se desarrolla un nuevo tipo de aprendizaje, el relacional.
Este aprendizaje relacional
(un tipo de aprendizaje operante específicamente humano) no nos saca
de los contextos de la vida, sino que nos sigue situando en ella,
pero ahora también por los efectos de nuestras relaciones
socio-verbales directas y simbólicas.
Nuestras acciones ya no son
reguladas solo por las contingencias inmediatas sino también por
contingencias demoradas en el tiempo y el espacio, regulada por reglas
y relaciones verbales que construimos arbitrariamente a partir de
aprendizajes asociativos previos, pero que en este momento ya dejan
de serlo tal cual. A esto comúnmente se le llama desarrollo
cognitivo, pero en lenguaje conductual se les denomina repertorios de
operantes relacionales.
¿Y
todo esto a que lleva en la correspondencia decir-hacer?
Lleva a que no solo bastaría
con reforzar asociativamente (directamente) esas correspondencias
dado que generaría un efecto de meramente obediencia al que emite
la regla y que podría desaparecer si no existe la posibilidad de
que castigue si no se hace así. Ciertamente gran parte de la
conducta social humana funciona así (Skinner, 1953).
Y también es cierto que este
control asociativo está a la base del posterior relacional en los
humanos. Es decir desde la teoría del marco relacional nuestra
conducta depende del aprendizaje directo o asociativo y del derivado
verbalmente.
La cuestión ahora es como
hacer que las personas, los políticos, los clientes de terapia, los
terapeutas y nosotros mismos seamos más coherentes, cuando esto es
importante, en nuestras vidas sin ser solamente controlados o
regulados por los efectos reforzantes, de castigo o extinción
inmediatos o un poco más demorados espacio-temporalmente.
Aquí ahora la cuestión es
como aumentar la correspondencia entre los valores que dicen las
personas les importan y sus compromisos con ellos mediante acciones
concretas en una línea similar al del autocontrol antes referido.
La respuesta a esta cuestión
conlleva practicar la terapia ACT y desarrollar la teoría del marco
relacional (RFT) de manera aplicada.
Desde la RFT parece haber
evidencia de que las personas varían en función de la edad al
elegir consecuencias inmediatas o demoradas.
Los niños mas pequeños o las personas con problemas del desarrollo se regulan más por las consecuencias inmediatas, así como muchas de las personas denominadas con problemas psicológicos. Y todos los humanos muchas veces también.
Los niños mas pequeños o las personas con problemas del desarrollo se regulan más por las consecuencias inmediatas, así como muchas de las personas denominadas con problemas psicológicos. Y todos los humanos muchas veces también.
Un factor importante en que
las personas elijan autocontrolarse y comportarse en
función de las consecuencias demoradas (pongamos sus
valores) depende en gran parte de la correspondencia entre las
descripciones de contingencias y las contingencias dadas (Gómez,
Muñoz, Luna y Benavides, 2017).
Esto quiere decir que cuando
las personas recibimos información verbal de otros (padres,
gobiernos, educadores, clientes, políticos, terapeutas, etc.) sobre
lo que dicen que van a hacer o han hecho en determinadas situaciones
o bien lo decimos nosotros mismos la mejor manera de que esto se siga
por otros es “practicando con el ejemplo”.
Esto quizás no necesitaba de
tanto experimento previo (o si) , pero no está demás recordar que las
personas vamos a hacer mas caso a lo que nos cuentan cuando aquellos
que nos lo cuentan hacen lo mismo que dicen en la situaciones que
dicen que lo harán y con las consecuencias visibles de hacerlo así.
Como terapeutas nos volvemos mas creíbles para nuestros clientes cuando hacemos lo que decimos y damos ejemplo de ello. Lo mismo vale para el resto de personas, incluido los políticos.
Como terapeutas nos volvemos mas creíbles para nuestros clientes cuando hacemos lo que decimos y damos ejemplo de ello. Lo mismo vale para el resto de personas, incluido los políticos.
Si queremos que otras personas
desarrollen y pongan en práctica sus valores de manera mas coherente
mediante acciones concretas, además de explorarlos y estimularlos a
comprometerse con ellos (reforzándolos según estos) salvando
además todos los escollos para ello (la llamada agenda de control
del cliente regulada por reglas de evitación experiencial), si se da una formula, que sea la del ejemplo personal.
Por supuesto también afectara
las propias experiencias directas y derivadas de quién recibe el mensaje en su
vida concreta cuando lleve a cabo ese ejemplo (si lo hace)
entremezclando los reforzadores directos y los derivados/simbólicos y comprobando si se acerca o no a sus valores o solo a sus intereses más inmediatos.
En resumen reforzar diferencialmente de manera directa y simbólicamente en función de los valores (reforzadores a largo plazo) del receptor, dando nosotros mismos ejemplo personal de lo que predicamos
En resumen reforzar diferencialmente de manera directa y simbólicamente en función de los valores (reforzadores a largo plazo) del receptor, dando nosotros mismos ejemplo personal de lo que predicamos
Referencias bibliográficas:
Gómez, Y.A.; Muñoz, D.M.;
Luna, E.G y Benavides, J.C. Efecto de la correspondencia entre
descripciones de contingencias y contingencias sobre la conducta de
elección bajo paradigma de autocontrol. Acta Colombiana Psicológica.
20(2). 227-239. 2017
Hayes, S.C.
Una mente liberada: La guía esencial de la terapia de aceptación y
compromiso (ACT). Paidós. 2020
Herrazo, J. y Luciano M.C.
Procedimientos para establecer la “correspondencia decir-hacer”.
Un análisis de sus elementos y problemas pendientes. Acta
Comportamentalia. 1994. Volumen 2. pp.182-218.
Skinner, B.F. Ciencia y
conducta humana. (Original de 1953). Fontanella. 1969.
Wilson, K.G. y Luciano, M.C. Terapia de aceptación y compromiso.Un tratamiento conductual orientado a valores. Ediciones Pirámide. 2007
Wilson, K.G. y Luciano, M.C. Terapia de aceptación y compromiso.Un tratamiento conductual orientado a valores. Ediciones Pirámide. 2007
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