martes, 9 de agosto de 2022

LOS TRES GRANDES PROBLEMAS DEL ABANICO DIVERSO DE LAS LLAMADAS "TERAPIAS COGNITIVAS-CONDUCTUALES" (Ruiz, 2022)

 



Los tres grandes problemas de las diversas terapias TCC de segunda generación (cognitiva-conductual) y tercera generación, y que están interrelacionados entre sí; no es su falta de evidencias o que no contemplen los factores históricos y situacionales; más bien es lo siguiente:

1-Su dualismo al referirse a cuestiones "mentales" por un lado y por otro a "conductuales"

2-Su forma de explicar los cambios de nuevo remitiendo al dualismo (por ejemplo cambios de esquemas y de contingencias).

3-Su excesivo apego a la metodología de la evidencia (una herencia afín de la medicina); sin dar el paso consecuente de estudiar las variables que inciden en esa evidencia sin caer en explicaciones “post hoc” de mecanismos hipotéticos (a menudo constructos mentales o biológicos)

 

En realidad la mayor crítica a este enfoque ya está en Skinner sobre cómo entender la conducta sin términos mentalista o referidos a posteriori a supuestos mecanismos neurofisiológicos. 

O sea el mayor problema de la TCC es que es "conductismo metodológico". 

De aquí deriva la muy acertada propuesta de Froxan de estudiar ya no solo la evidencia de la TCC (a esta altura nadie informado rechaza eso) si no que factores la hacen eficaz. 

Incluso la propuesta de Hayes y Hoffman en mi opinión retorna al conductismo metodológico; y eso conlleva el problema de "sospechar" de nuevo de ciertos mecanismos internos de averías, con lo que la TCC en algunas ocasiones reproduce el modelo medico de los problemas psicológicos más que centrarse en la interacción operante de las personas con su ambiente de vida. 

Y esto no es solo teoría ya que los psicólogos solemos compartir con los clientes la conceptualización de los problemas; y no todas las conceptualizaciones o "rational" (socialización le llamaba Beck) son similares ni tienen las mismas implicaciones. 

De otro lado no me resulta extraño el rechazo "visceral" de muchos psicólogos sudamericanos al psicoanálisis dada su preponderancia y control de las instituciones académicas y universitarias durante años, impidiendo el desarrollo de otras perspectivas. En otros contextos y con otras historias previas esa visceralidad no aparece, aunque se discrepe del mismo en muchos aspectos. 

Aquí es relevante recordar al lector que en la génesis de las terapias cognitivas (que después se "hibridan" en TCC) está su rechazo a la metapsicología psicodinámica y su falta de contraste en las evidencias en muchas ocasiones. De hecho tanto Ellis como Beck practicaron la terapia psicodinámica en sus inicios, que dejaron de lado precisamente por su falta de evidencia (en aquellos momentos tal como se practicaba). Y esta reivindicación de la "evidencia" como criterio de "cientificidad" aún impera en estas terapias, como si fuera la última frontera de los viajes de la nave "Enterprise" por usar la alusión cinematográfica.


También hay que decir que hay terapias psicodinámicas "basadas en la evidencia" (por ejemplo la terapia psicodinámica breve o la de mentalización); el problema de nuevo es que la "evidencia" por sí sola no es la última referencia si no explicamos los factores o variables concretas que la producen sin recurrir a mecanismos o construcciones hipotéticas; de ahí la relevancia del conductismo radical frente a todos los conductismos metodológicos; incluidos los de segunda y tercera generación (hay terapias cognitivas de tercera generación como las basadas en el mindfulness, centrada en la persona, la compasión, etc...).


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