¿Somos los contextuales conductistas?
(Juan José Ruiz Sánchez, 2020)
(Juan José Ruiz Sánchez, 2020)
Hace poco vi un mensaje en una conocida página de terapias
contextuales, a la que admiro, un mensaje que dice que los psicólogos
contextuales no son conductistas por abusar de términos mentalistas y dualistas
y no basarse en los procesos de aprendizaje conductistas.
En primer lugar si esa es la línea de la propia página, que
lo ignoro, ya tiene una contradicción con su propia denominación de contextual.
Supongo que definir a los demás de algo es un conjunto de
conductas verbales encaminadas (reforzadas) no solo a describir topográficamente
lo que hacen y con qué contactan (sus estímulos físicos-verbales) sino que
apunta a un “mando disfrazado” de advertencia y castigo (además de a los
posibles reforzadores ligados a polemizar y ganar debates) que “castiga” la
desviación de la regla correcta para quienes la profieren.
Los humanos funcionamos muchas veces así, definimos, nos
definen, nos gusta formar parte de un grupo, de una élite, en este caso
científica que proveerá de grandes descubrimientos, aportaciones y avances, lo que no está carente de cierto "mesianismo" y "utopismo".
Otras veces simplemente porque lo distinto nos resulta amenazante y es mejor excluirlo.
Otras veces simplemente porque lo distinto nos resulta amenazante y es mejor excluirlo.
Estos movimientos de “exclusión” en la psicología no son
nuevos. Ya Freud realizó movimientos similares para preservar la pureza del
psicoanálisis y otorgo al círculo de los cercanos la señal de los famosos
anillos. A pesar de todo hubo divergencia y el psicoanálisis evolucionó en múltiples
narrativas y versiones.
Lo mismo ha sucedido con el conductismo, donde hoy
aparece al menos tres líneas más fuertes
en disputa: los analistas de conducta,
herederos de la tradición skinneriana, los interconductistas herederos de las
contribuciones de Kantor y Ribes y los contextualistas herederos de la
contribución de Hayes; amén de otros autores injustamente relegados (p.e Staats
y los socioconductistas, entre otros más).
Otros bebemos algo de todas esas tradiciones conductistas,
tratando de discriminar lo relevante de cada cual para nuestros contextos de
vida; y aun apreciando aspectos de otras
psicologías no conductistas.
Ya sé que se me va a contra-argumentar que solo buscan
basarse en ciencia, materialismo y evidencias. Pero resulta que ni la misma
concepción de la ciencia, del materialismo y las evidencias no son un monolito
unificado sino que contienen elementos de diversidad, sin que por ello sean
menos ciencia.
Para mi criterio personal, los contextualistas somos
conductistas dentro de esta familia diversa.
Ya para otro día hablaremos de los términos que usan algunos
psicólogos conductistas contextualistas y que para algunos tienen la función de
ser dualistas y por lo tanto rechazable; a veces con evidencia, no lo dudo;
otras sin ella.
Lo que no encontré por ahora en ningún psicólogo contextual
conductista es que defienda la entidad de una mente distinta a la conducta o a
la relación de la persona con su vida; salvo que usen los términos mentalistas
usuales para producir cambios de funciones de la conducta.
Si otros quieren tener el marchamo del conductismo, ya pueden
ir haciendo “los anillos” (los de Freud o Jennifer López, para el caso da casi
igual); eso sí, cuando surjan “los enanos”, tengan buenos dispositivos de
castigo o extinción, y tengan cuidado de no confundir los amigos con los enemigos
y no terminen quemando todo el bosque conductista.
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