domingo, 2 de marzo de 2014

LIMITACIONES DE LAS TERAPIAS COGNITIVAS





REVISION DE LA EFICACIA DE LOS METODOS DE REESTRUCTURACION COGNITIVA  DE ELLIS Y BECK

.Fuente original-- Garry Martin y Joseph Pear: Modificación de conducta. Que es y cómo aplicarla. Pearson Educación. Madrid, 2008

Texto del libro referido:

TREC DE ELLIS

“Gossette y O’Brien (1989, 1992) examinaron 107 estudios sobre terapia racional emotiva que: (1) se centraban en los intentos de los terapeutas para modificar las creencias irracionales de los clientes y (2) no estaban acompañados de otras estrategias comportamentales (tales como el ensayo conductual y la práctica reforzada). Revisaron todos los informes conocidos (tanto estudios publicados como escritos no publicados) en que la terapia racional emotiva se comparaba con otros tipos de terapia o con estudios en que no se procuró ningún tratamiento. El enfoque de Ellis era más efectivo que varias de las condiciones comparadas en reducir las auto-afirmaciones irracionales de los clientes tan sólo en el 46% de los casos, y era más efectivo que otras condiciones en reducir el malestar emocional sólo en el 26% de los casos. Finalmente, esta terapia no tuvo prácticamente ningún efecto en otras medidas conductuales, tales como el grado en que los clientes realmente se acercaban a los objetos   temidos. Los resultados de la revisión de Gossette y O’Brien sugieren que una gran parte del éxito de la terapia comportamental racional emotiva se debe a las tareas para hacer en casa en lugar de al cuestionamiento de las creencias irracionales.”.

TERAPIA COGNITVA DE BECK:

“Aceptando que puede ser efectiva, la pregunta que surge es: ¿cuáles son entonces sus ingredientes y/o componentes activos? Un análisis de componentes  de la terapia de Beck para abordar la depresión comparó tres intervenciones: la sola asignación de las tareas conductuales; estas mismas tareas más la aplicación de reestructuración cognitiva; y estos dos componentes más la identificación y modificación de creencias centrales generalizadas, consideradas causantes principales del pensamiento disfuncional y de las reacciones depresivas. Las tareas conductuales se centraban básicamente sobre la identificación de problemas cotidianos específicos y la prescripción de un conjunto de actividades semi-estructructuradas que ayudaban a los participantes a entrar en contacto con los reforzadores naturales del entorno. Los resultados indicaron que, al final del tratamiento y tras un seguimiento de dos años, las tres condiciones experimentales eran prácticamente idénticas en todas las medidas (Jacobson y cols., 1996; Gortner, Golan, Dobson & Jacobson, 1998). Estos hallazgos sugieren que la reestructuración cognitiva puede no ser un componente necesario en el tratamiento de la depresión. En un proyecto que replicó y amplió estos hallazgos, los investigadores compararon las tareas de activación conductual para hacer en casa con la terapia cognitiva (incluida la reestructuración cognitiva),  con la medicación antidepresiva y con un grupo de control placebo (Dimidjian y cols., 2003;  y discutido en Martell, Addis & Dimidjian, 2004). El grupo de activación conductual rindió al mismo nivel que el grupo medicado con antidepresivos en algunas medidas y mejor que él en otras. Tanto la activación conductual como el grupo de antidepresivos superaron significativamente al grupo de terapia cognitiva, que no era significativamente diferente del grupo placebo de control. Estos resultados cuestionan seriamente la necesidad de añadir la reestructuración cognitiva a la activación conductual en los tratamientos de depresión.
En la misma línea, Andrew Sweet y su equipo examinaron veintinueve estudios que comparaban abordajes puramente conductuales con esos mismos tratamientos a los que se añadían componentes cognitivos para superar una serie de trastornos (no sólo depresión). Llegaron a la conclusión de que el 83% de los estudios mostraba
que no se conseguían mejores resultados añadiendo componentes terapéuticos específicos de la reestructuración cognitiva (Latimer & Sweet, 1984; Sweet & Loizeaux, 1991). Por ello, aunque la adición de técnicas de reestructuración cognitiva a las intervenciones conductuales puede mejorar los resultados con algunos individuos que padecen trastornos, un gran número de estudios sugiere que no siempre es así.”



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