viernes, 24 de abril de 2020

¿QUE HACE QUE LOS HUMANOS DIGAMOS UNA COSA Y HAGAMOS OTRA EN MUCHAS OCASIONES Y CÓMO AUMENTAR LA CORRESPONDENCIA ENTRE AMBAS? (Ruiz y Cravzoff, 2020)





¿QUE HACE QUE LOS HUMANOS DIGAMOS UNA COSA Y HAGAMOS OTRA EN MUCHAS OCASIONES Y CÓMO AUMENTAR LA CORRESPONDENCIA ENTRE AMBAS? (Ruiz y Cravzoff, 2020)


Todos sabemos que los políticos en campaña prometen unas cosas y después si llegan a gobernar hacen otras justificando sus acciones de distinta manera. Y todos sabemos que nosotros mismos a veces decimos que vamos a hacer una cosa y después hacemos otra. 
 

Esto muchas veces se debe a que las circunstancias donde decimos una cosa es diferente a las que después no encontramos al hacerlas, y no necesariamente se debe a una falta de honradez o a mentiras al seguir unos valores y acciones coherentes con ellos. Por ejemplo prometimos algo en unas circunstancias (o los políticos del ejemplo) y después estamos en unas condiciones bien distintas donde es complicado a imposible llevarlas a cabo; esto es sin duda algo común.


Evidentemente también hay personas que funcionan dando el “parabién a todos” y después hacen otras cosas bien distinta a lo prometido por que ello tiene unas funciones en sus vidas, como conseguir ciertas ventajas y beneficios sobre otros, etc. En estos casos si que está justificado hablar de mentiras y malas artes poco honradas.


Este tema es de una importancia social capital (Herrazo y Luciano, 1994) dado que supone la mayor o menor coherencia o correspondencia entre los que se dice y lo que se hace y tiene e efecto de una mayor o menor confianza en las relaciones sociales. 
 

También es muy importante en las relaciones de terapia entre los clínicos y sus clientes, ya que conlleva que estos hagan o no lo que han compartido con nosotros verbalmente ( han dicho que han hecho o van a hacer) en la sala de consulta y lo que hicieron o harán en su vida fuera de esta. 
 

Esto también nos incumbe como psicólogos o psiquiatras cuando decimos que nosotros hacemos tal cosa (como ejemplo) o proponemos un curso de acción o un ejercicio experiencial por caso para abordar una cuestión, y después en nuestras vidas hacemos cosas bien distintas.


¿Y cómo podemos aumentar la correspondencia o coherencia entre lo que dicen nuestros clientes (y nosotros mismos) y lo que hacen (hacemos) después?


Inicialmente Herrazo y Luciano (1994) hace ya 16 años exponen hasta 10 procedimientos distintos para reforzar diferencialmente a niños normales, y a niños y adultos con retraso en el desarrollo la correspondencia decir-hacer con el objetivo de que estos niños presentaran conductas posteriores adecuadas en otros contextos y dejaran de hacer otras inadecuadas. Todo ello siguiendo los procedimientos operantes skinnerianos. 
 
Los resultados es que se muestran útiles, pero no exentos de problemas siendo el mayor la variabilidad entre los sujetos en estas correspondencia, elemento que no tiene respuesta en ese año del artículo, y que sitúa a Luciano en un momento puente del cambio posterior que hace en la línea de Hayes y la teoría del marco relacional en una perspectiva postskinneriana.


¿Qué ocurre en adulto o niños sin retraso del desarrollo? ¿Son suficientes los programas de reforzamiento diferencial? 
 

Como respuesta a estas preguntas, al menos en parte, es importante considerar el papel del autocontrol en los humanos, y paralelamente el papel del lenguaje.


El autocontrol supone regular el propio comportamiento en función de reforzadores demorados, que en la terapia ACT reciben el nombre de valores, y no los inmediatos que igualmente en ACT suponen muchas veces el reforzamiento inmediato muchas veces de tipo negativo al terminar con experiencias-situaciones desagradables inmediatas. 
 

Siguiendo a Wilson y Luciano (2007) los humanos establecemos relaciones arbitrarias entre comportamiento verbal y no verbal, en este caso entre el decir y el hacer, que hemos aprendido desde que nos relacionamos con otras personas desde nuestra infancia. Una vez que lo hemos aprendido podemos regular nuestra conducta verbal y simbólicamente aún en presencia de contingencias inmediatas contrarias y aún ante aspectos que no están presentes físicamente en la situación actual.


El cambio es enorme en esta concepción. En la primera, que podemos llamar de aprendizaje asociativo, la conducta es regulada por estímulos o consecuencias inmediatas que están presentes en la vida del sujeto en ese momento o bien que suceden de manera espacio-temporal a sus acciones de manera más o menos inmediata.

 Esto realmente funciona así para todos los humanos, al menos durante el primer año de vida (Hayes, 2020). Ahora bien una vez establecido unos repertorios verbales mínimos, las personas entramos en el mundo simbólico de los significados verbales, donde nuestras conductas siguen teniendo funciones o propósitos (esto es común para skinnerianos y postskinnerianos) pero se desarrolla un nuevo tipo de aprendizaje, el relacional. 
 

Este aprendizaje relacional (un tipo de aprendizaje operante específicamente humano) no nos saca de los contextos de la vida, sino que nos sigue situando en ella, pero ahora también por los efectos de nuestras relaciones socio-verbales directas y simbólicas.


Nuestras acciones ya no son reguladas solo por las contingencias inmediatas sino también por contingencias demoradas en el tiempo y el espacio, regulada por reglas y relaciones verbales que construimos arbitrariamente a partir de aprendizajes asociativos previos, pero que en este momento ya dejan de serlo tal cual. A esto comúnmente se le llama desarrollo cognitivo, pero en lenguaje conductual se les denomina repertorios de operantes relacionales.


¿Y todo esto a que lleva en la correspondencia decir-hacer?


Lleva a que no solo bastaría con reforzar asociativamente (directamente) esas correspondencias dado que generaría un efecto de meramente obediencia al que emite la regla y que podría desaparecer si no existe la posibilidad de que castigue si no se hace así. Ciertamente gran parte de la conducta social humana funciona así (Skinner, 1953).


Y también es cierto que este control asociativo está a la base del posterior relacional en los humanos. Es decir desde la teoría del marco relacional nuestra conducta depende del aprendizaje directo o asociativo y del derivado verbalmente.


La cuestión ahora es como hacer que las personas, los políticos, los clientes de terapia, los terapeutas y nosotros mismos seamos más coherentes, cuando esto es importante, en nuestras vidas sin ser solamente controlados o regulados por los efectos reforzantes, de castigo o extinción inmediatos o un poco más demorados espacio-temporalmente.


Aquí ahora la cuestión es como aumentar la correspondencia entre los valores que dicen las personas les importan y sus compromisos con ellos mediante acciones concretas en una línea similar al del autocontrol antes referido.


La respuesta a esta cuestión conlleva practicar la terapia ACT y desarrollar la teoría del marco relacional (RFT) de manera aplicada.


Desde la RFT parece haber evidencia de que las personas varían en función de la edad al elegir consecuencias inmediatas o demoradas.

 Los niños mas pequeños o las personas con problemas del desarrollo se regulan más por las consecuencias inmediatas, así como muchas de las personas denominadas con problemas psicológicos. Y todos los humanos muchas veces también.


Un factor importante en que las personas elijan autocontrolarse y comportarse en función de las consecuencias demoradas (pongamos sus valores) depende en gran parte de la correspondencia entre las descripciones de contingencias y las contingencias dadas (Gómez, Muñoz, Luna y Benavides, 2017). 
 

Esto quiere decir que cuando las personas recibimos información verbal de otros (padres, gobiernos, educadores, clientes, políticos, terapeutas, etc.) sobre lo que dicen que van a hacer o han hecho en determinadas situaciones o bien lo decimos nosotros mismos la mejor manera de que esto se siga por otros es “practicando con el ejemplo”.


Esto quizás no necesitaba de tanto experimento previo (o si) , pero no está demás recordar que las personas vamos a hacer mas caso a lo que nos cuentan cuando aquellos que nos lo cuentan hacen lo mismo que dicen en la situaciones que dicen que lo harán y con las consecuencias visibles de hacerlo así.  

Como terapeutas nos volvemos mas creíbles para nuestros clientes cuando hacemos lo que decimos y damos ejemplo de ello. Lo mismo vale para el resto de personas, incluido los políticos. 
 

Si queremos que otras personas desarrollen y pongan en práctica sus valores de manera mas coherente mediante acciones concretas, además de explorarlos y estimularlos a comprometerse con ellos (reforzándolos según estos) salvando además todos los escollos para ello (la llamada agenda de control del cliente regulada por reglas de evitación experiencial), si se da una formula, que sea la del ejemplo personal.


Por supuesto también afectara las propias experiencias directas y derivadas de quién recibe el mensaje en su vida concreta cuando lleve a cabo ese ejemplo (si lo hace) entremezclando los reforzadores directos y los derivados/simbólicos y comprobando si se acerca o no a sus valores o solo a sus intereses más inmediatos.


En resumen reforzar diferencialmente de manera directa y simbólicamente en función de los valores (reforzadores a largo plazo) del receptor, dando nosotros mismos ejemplo personal de lo que predicamos



Referencias bibliográficas:

Gómez, Y.A.; Muñoz, D.M.; Luna, E.G y Benavides, J.C. Efecto de la correspondencia entre descripciones de contingencias y contingencias sobre la conducta de elección bajo paradigma de autocontrol. Acta Colombiana Psicológica. 20(2). 227-239. 2017

Hayes, S.C. Una mente liberada: La guía esencial de la terapia de aceptación y compromiso (ACT). Paidós. 2020

Herrazo, J. y Luciano M.C. Procedimientos para establecer la “correspondencia decir-hacer”. Un análisis de sus elementos y problemas pendientes. Acta Comportamentalia. 1994. Volumen 2. pp.182-218.

Skinner, B.F. Ciencia y conducta humana. (Original de 1953). Fontanella. 1969.

Wilson, K.G.  y Luciano, M.C. Terapia de aceptación y compromiso.Un tratamiento conductual orientado a valores.  Ediciones Pirámide. 2007























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