Cuando las emoción te habla de los límites (Ruiz,
2020)
Imagina
que como psicólogo atiendes a multitud
de variedad de casos que te son derivados por médicos de cabecera con la
indicación de “trastorno de tal se recomienda terapia psicológica”.
Puedes
encontrarte (en un servicio público) con una persona de 80 años, con hipoacusia
(sordera) que te describe que lleva casi
toda su vida con depresiones, que prácticamente ha hecho la mayor parte de su
vida vinculada a servicios de salud mental y múltiples tratamientos anteriores
diversos con muchos psicólogos y psiquiatras de distinto pelaje. Y esa persona
te dice, “usted es el que sabe, dígame que hago, pero que me revisen también la
medicación", etc.
Otras
vienen por que se lo han indicado, y en tu media hora (no en los 45 minutos o la hora del libro que leíste) le tratas de conversar para hacer un análisis
funcional y responde con vaguedades a pesar de pedirles ejemplos recientes o te
hablan de problemas económicos, laborales, de salud donde la respuesta psicológica
parece insuficiente, y tratas de
responder a estas demandas, etc. Ves a 8 y solo con uno pudiste hacer algo de
ACT o FAP.
Y
otros parecidos de personas con problemas cronificados, y tú como psicólogo/a
con agendas diarias de 8 personas citadas a las que ves cada 2-3 semanas si la
cosa viene bien. Muchas veces te preguntas si el propio sistema de atención,
diagnósticos y las respuestas que se le dieron conformaron esas
cronificaciones.
Por
si fuera poco estás en un servicio donde tu compañero es psicodinámico,
sistémico o puramente prescristor de fármacos, y que defienden con tanto ahínco
su perspectiva como tú la tuya. Muchas veces me pregunto si esto de
identificarse con perspectivas de la psicología tiene más que ver con una
necesidad de asegurarse y tener un pequeño lugar de reconocimiento social que
otra cosa
Después
ves en cursos, masteres, webinar, etc.; estupendas promociones de terapias
diversas, para problemas del yo, problemas de ansiedad, depresiones, problemas
relacionales y un largo etcétera, métodos de conversaciones terapéuticas,
análisis funcionales, análisis de sistemas, y otras estrategias diversas para
cambiar la perspectiva, sean contextuales, constructivistas o estratégicas,
pues todas se postulan como alternativas y herramientas poderosas de cambio y
te ponen vídeos o te indican lecturas con pacientes donde manejan la situación
con una soltura increíble, y a ti se te queda cara de tonto y sentimiento de
terapeuta ineficaz.
A
mi he ha pasado eso a veces, ya menos.
Y
comienzas, muchas veces a pensar que necesitas un reciclaje personal, pues
evidentemente si ellos se manejan con soltura y tú no, el problema es que a ti
te faltan habilidades, flexibilidad
personal, contacto con el presente, o vaya usted a saber.
Desde
el lugar o la institución donde trabajas, te llega de todo, y muchos no saben
ni que es eso de un psicólogo, y además te piden soluciones rápidas y si les
plantea la desesperanza creativa muchos ni vuelven; por el momento, más
adelante, piden cita y vuelta a empezar.
Y
más, si se te ocurre compartir estas experiencias con colegas, la mayoría ni
trabajó en un servicio público de este tipo, y que te aconsejan desde sus
habilidades técnicas de cómo manejar esa situación.
Con
todo este cóctel contextual por dentro y por fuera comienzas a contactar con
mensajes de tu mente y de los otros que te hablan de incompetencia o “la vas a
derivar” a la vuelta de la esquina y empiezas a sentir una sensación de estar
quemado, de impotencia.
Pero
recuerda se abre una oportunidad inmensa, para ti y para tus pacientes quizás,
cuando de higos a brevas te das cuenta de que tú no eres lo que dice tu mente
ni lo que sientes, pero al mismo tiempo contactas con los límites, con los de
fuera y con los tuyos.
Y
al menos en mi experiencia, aprender de los límites con las sensaciones y
emociones que conllevan, pues por muy observador que te pongas no eres una
piedra de cemento y sientes esos límites, empiezas a soltar ego, narcisismo, y
un largo reguero de mierdas mentales y te haces
a trompicones sencillamente
imperfecto.
A
trompicones, así voy.
Úbeda, 26-6-2020
Juan José Ruiz Sánchez
Juan, creo que el contexto que describes en servicios públicos (aunque no exclusivamente) es de alta frecuencia. Creo que lo que propones al final de tu texto, se me aparece como una suerte de desesperanza creativa y, por ello, un momento para abrirnos a opciones diferentes, exponiéndonos a las contingencias que describes y abandonando algunas reglas que hemos aprendido de libros, videos, cursos y demás. Te agradezco traer a la mano estos contextos, para volver a conectarnos.
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