DEFINICIÓN
FUNCIONAL DE LOS 6 PROCESOS DEL HEXAFLEX DE LA ACT
Nota: Esto es simplemente una traducción, toma literal de notas del mismo resumida y adaptada del artículo original y por
lo tanto incompleto. Agradezco enormemente a Karemi Batista haberme informado de
la existencia de tal artículo realizado por profesionales de ABA (Análisis
Aplicado de la Conducta) que supone un
acercamiento muy importante mediante uso del AFC entre ABA y ACT en una
perspectiva conductista radical .
¿Es posible conceptualizar en terminos funcionales los procesos de la ACT y que sean aún más útiles tanto para los terapeutas ACT como para los practicantes de ABA? (ESTA ES LA CUESTIÓN CENTRAL DE ESTE ARTÍCULO ****)
Fuente original desde la que se ha adaptado este texto:
Tarbox, J.; Sbazo, T.G., and Aclan, M.
(2020). Acceptance and Commitment Training Within the Scope
of Practice of Applied Behavior Analysis. Behavior Analysis in Practice
1.
VALORES:
Se trabaja como reglas que funcionan como operaciones de
motivación verbal que aumentan o disminuyen la eficacia de los estímulos como
reforzadores o castigadores, apoyando así las conductas manifiestas que
producen esos estímulos.
En general, las intervenciones de valores permiten agregar poderosas
funciones apetitivas (o reforzadores intermediarios) a una situación que de otro
modo sería aversiva, proporcionando a un padre, miembro del personal, cliente o
maestro la motivación que necesita para perseverar frente a la adversidad. Por
lo tanto, las intervenciones de valores apoyan los repertorios de seguimiento
de reglas que están orientadas hacia reforzadores positivos más grandes y de
más largo plazo, frente a un escape a corto plazo.
2.
ATENCIÓN AL MOMENTO
PRESENTE:
Implica fortalecer un repertorio conductual de atención a los
estímulos en el momento presente, mientras que se debilita el atender al propio
repertorio de comportamiento verbal con respecto a eventos pasados, futuros o
imaginarios. Tiene como objetivo aumentar la sensibilidad a las contingencias ambientales
y debilitar las fuentes inútiles de control de estímulos verbales. En la práctica,
esto implica evocar y reforzar la atención a diferentes aspectos de la experiencia
inmediata. Se aprende a tactar la propia conducta de atención, y la ocasión de
atraer la atención errante, en sí misma, se convierte en un estímulo
discriminativo para redirigir uno la propia atención de regreso al momento presente,
comprendiendo así un repertorio secundario de autogestión propio de la conducta
de atención continua.
3.
ACEPTACIÓN:
La aceptación se puede considerar como un comportamiento de aproximación
(o la ausencia de evitación o escape) en presencia de estímulos aversivos,
creando así un contexto para que ocurran comportamientos más variados y
potencialmente más adaptativos y luego se contacten con reforzadores naturales.
En la práctica, esto implica debilitar los repertorios
reforzados negativamente gobernados por reglas al evocar y reforzar
directamente la capacidad de abordar eventos previamente aversivos (públicos y
privados).
Los terapeutas pueden reforzar directamente a los comportamientos de aceptación mediante la
creación de un contexto de apoyo para que los clientes elijan acciones
difíciles y luego refuercen directamente cuando lo hacen.
Los propios terapeutas en situaciones difíciles con sus clientes
o eventos de sus vidas experimentarán eventos privados aversivos (por ejemplo
sentimientos de frustración o pensamientos de incapacidad) que pueden servirle
como ocasión discriminativa para tomar unos minutos para observarlos
permitiendo que estén presentes y después hacer acciones encubiertas y abiertas
en dirección a sus valores reforzantes (por ejemplo decirse que está dispuesto
a experimentar esos eventos privados aversivos mientras lleva a cabo acciones
en la dirección de sus valores y llevar a cabo acciones concretas al respecto).
Por tanto, una situación que antes era aversiva ahora se convierte en una
oportunidad para contactar con el refuerzo comportándose de una manera coherente
con los valores.
4.
DEFUSIÓN:
Desde una perspectiva de sentido común, la defusión es la
encarnación de quizás el más central de los conceptos conductuales: la mente no
controla la conducta.
A diferencia de cómo nuestra sociedad mentalista nos ha
entrenado a todos para creer que la mente causa el comportamiento y, por lo
tanto, que debemos tomar nuestros pensamientos muy en serio, los procedimientos
de defusión tratan de enseñar a las personas a notar sus eventos privados por
lo que realmente son: solo más estímulos en su entorno.
Un análisis conceptual conductual de la defusión es
considerablemente más complejo e implica un comportamiento gobernado por
reglas. El problema al que se dirige la defusión se denomina " fusión
" en la literatura de ACT y significa un control demasiado rígido del comportamiento
por medio de reglas.
La defusión, entonces, se refiere a un debilitamiento de un
control de reglas demasiado rígido sobre el comportamiento, de modo que otras funciones
(establecidas verbal y no verbalmente) pueden llegar a tener efecto.
Por lo tanto, los procedimientos de defusión buscan interrumpir
las funciones estrechas e inflexibles de los estímulos verbales privados (es
decir, pensamientos), de modo que pueda establecerse un repertorio más amplio y
flexible de responder a esos pensamientos como estímulos privados.
Los procedimientos de defusión generalmente interrumpen la
función de reglas inútiles al agregar funciones neutrales a esas reglas o al
agregar funciones humorísticas.
Lo que importa es que, funcionalmente, el terapeuta ayuda al cliente
a involucrarse en un comportamiento más
flexible y variado en presencia de cualquier regla que evoque el comportamiento
de evitación.
En términos simples, la defusión se trata de enseñar a los clientes
a " no tomar sus propias mentes tan
en serio. "
5.
EL YO COMO CONTEXTO:
El análisis funcional del como yo como contexto podría pensarse
como un repertorio flexible de toma de perspectiva.
Visto desde el punto de vista de la RFT, el yo como contexto implica
entrenar relaciones deícticas flexibles de yo / tú, aquí / allá y ahora /
entonces.
De esta manera, los procedimientos del yo como contexto implican
dar forma a un comportamiento verbal flexible y autodirigido en presencia de
eventos privados que varían a lo largo del tiempo (por ejemplo, recuerdos del
pasado y preocupaciones por el futuro), lugar (por ejemplo, situaciones
diferentes, relaciones, roles) y persona (por ejemplo, diferentes perspectivas
sobre el mismo evento).
Un terapeuta podría entrenar el yo como contexto en cualquier
momento que se presente reglas sobre el yo (es decir, en términos simples,
autoconceptualizaciones como roles, relaciones, características y evaluaciones)
que limiten la flexibilidad y obstaculizan el comportamiento abierto dirigido
por valores.
Los analistas de comportamiento nuevos en ACT pueden encontrar
poco clara la distinción entre defusión y yo como contexto.
En términos simples, la defusión apunta a reglas y pensamientos
que no funcionan el mundo exterior, mientras que el yo como contexto aborda reglas
y pensamientos inútiles sobre el yo.
Dicho desde el punto de vista conductual, los procedimientos de
defusión debilitan el control rígido por medio de reglas que describen el entorno
fuera de uno mismo, mientras que las intervenciones del yo como contexto
debilitan la influencia de las reglas que se describen a uno mismo o los demás.
Ambas clases de intervención buscan debilitar el control de
reglas excesivamente rígido, una con respecto a las reglas en general, y la
otra con respecto a las reglas que influyen en el comportamiento de toma de
perspectiva.
Cuando aprenden habilidades de defusión y de autocontexto, los clientes
comienzan a notar sus pensamientos y a responder a ellos de manera desactivada.
También se puede enseñar a los clientes a reconocer los
estímulos en el entorno que evocan el autodiálogo problemático, con el fin de
darse pistas para participar de forma flexible con la defusión o las
habilidades del yo como contexto.
6.
ACCIÓN COMPROMETIDA
La acción comprometida es el objetivo final de ACT y describe
una clase de respuesta de comportamientos abiertos socialmente significativos
que mueven a uno en la dirección de los valores declarados. Los otros cinco
repertorios conductuales descritos anteriormente sirven para crear un contexto
para que una persona se involucre en patrones cada vez más amplios de acción
comprometida dirigida por valores. La formación de la acción comprometida
implica la formación de (a) la discriminación de aspectos del contexto
inmediato relacionados con los valores y (b) la participación en
comportamientos coherentes con los valores, según corresponda a ese contexto.
Durante todo el tratamiento, un terapeuta puede alentar al
cliente a identificar y tactar la función de su comportamiento actual (p. Ej.
En el caso de un niño: , "Yo estoy tratando de evitar el juego porque parece
que Miguel va a ganar. ") y luego identificar comportamientos específicos
en los que el niño podría involucrarse inmediatamente que estén en línea con
sus valores (por ejemplo, " Quiero ser un buen amigo y los amigos juegan
juntos, aunque alguien pierda. ”), además de ayudar al niño a seleccionar metas
realistas a las que apuntar fuera de las sesiones de tratamiento (por ejemplo,
" Quiero proponer un juego que se me da bien y que enseñare a Miguel”). El terapeuta
también buscaría estimular y reforzar al niño
en un repertorio de flexibilidad de manera más amplia (es decir, defusión,
aceptación, conciencia del momento presente y valores), cuando surgen eventos
privados que previamente desviaron las acciones consistente con sus valores.
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