domingo, 19 de abril de 2020

ARTÍCULO: ¿QUÉ ES Y NO ES UN PROBLEMA PSICOLÓGICO DESDE LA PERSPECTIVA CONDUCTISTA CONTEXTUAL? (RUIZ Y LÓPEZ DE URALDE, 2020)





¿Qué es  y no es un problema psicológico desde la perspectiva conductista contextual?
Juan José Ruiz Sánchez y María De los Ángeles López De Uralde Selva
19-4-2020

1. Preguntar por esto ya es poner en solfa el modelo dominante

El hecho de plantear estas preguntas puede sorprender a muchos, incluso a los propios psicólogos.

El motivo de la sorpresa se debe a que las personas en general y  los profesionales de la  llamada salud mental  tienen más o menos claro que es un problema psicológico.

Lo que quizás no tengan tan claro es que los conceptos sobre que es un problema psicológico e incluso sobre que es un trastorno mental (que no es  lo mismo exactamente) están ligados histórica, social y culturalmente no solo a las llamadas disciplinas científicas de la psicología y la psiquiatría, sino que todas ellas a su vez están relacionadas con concepciones filosóficas, ideológicas y políticas concretas,  que han sido las hegemónicas como instituciones de poder y control en cada momento de la historia humana.

2. ¿Y cuál es esta concepción hegemónica?

Actualmente en las sociedades occidentales, para la población en general, un problema psicológico es un concepto similar a lo que es una enfermedad mental. Y se define como un fallo individual, de la persona que ocurre en su interior como una avería o malfuncionamiento  en su cabeza. Ese fallo interno individual bien tiene un origen nervioso (de su sistema nervioso) o bien deriva de  un conflicto mental o emocional. 

La concepción popular no hace sino reproducir el formateo continuo del modelo biomédico dominante que de manera más refinada supone que los problemas psicológicos son enfermedades del cerebro a distintos niveles de causa ambiental o biológica.

La línea dominante de la psiquiatría la mayoría de las veces suelen otorgar más peso a lo biológico que a lo a lo ambiental; y cuando aparece lo ambiental es como desencadenante de una vulnerabilidad o debilidad del propio sujeto de origen biológico que las llamadas ciencias neurocognitivas tratan de encontrar mediante los llamados “marcadores biológicos”  sin mucho éxito al parecer, salvo correlaciones diversas obtenidas mediante neuroimágenes.

Esas neuroimagenes muestran cómo se iluminan distintas partes del cerebro en personas que se han agrupado en diagnósticos psiquiátricos cuando se les pide hacer ciertas tareas específicas; entendiendo que esas variaciones de iluminación se deben a diversas formas específicas de funcionamiento cerebral que se entienden afectadas o alteradas.

Una pequeña proporción sin embargo de la psiquiatría (la llamada psiquiatría crítica) y de las neurociencias abogan por una mayor relación entre los factores socio-ambientales, las conductas de las personas  y los  cambios en el cerebro o los propios genes (Ruiz, 2017).

3. ¿Pero es lo mismo un problema psicológico que una enfermedad mental incluso desde esta concepción hegemónica?

La psiquiatría dominante entiende que los problemas llamados psicológicos son enfermedades mentales  más leves de origen psicosocial que precipitan o desencadenan vulnerabilidad o debilidades biológicas de las personas, incluyendo en ellas los llamados trastornos de adaptación, de estrés y algunos de los llamados trastornos de ansiedad y depresivos más leves. A menudo son agrupados con las siglas “TMC”, de trastorno mental  común.

Estos TMC suelen ser  coincidentes con la concepción que tienen  las personas  en general en nuestras sociedades cuando se les pregunta que entienden por un problema psicológico, respondiendo algo similar a lo siguiente: “que no son felices, que no se encuentran bien y que desean deshacerse del malestar emocional”; que suele ser lo que después demandarán a los profesionales de la salud mental que le van a atender.

Es decir los problemas psicológicos desde esta perspectiva socialmente dominante son los trastornos más leves de las enfermedades mentales.

Las llamadas enfermedades mentales graves estarían mayoritariamente agrupadas en torno a las llamadas las psicosis, los trastornos de ansiedad,  del ánimo más graves y la mayoría de los llamados trastornos de la personalidad, que agrupados, suelen enmarcarse bajo el nombre de “TMG” (Trastorno mental grave).

Lo que postula esta perspectiva es que un problema psicológico es un malestar subjetivo de tipo emocional que hace a la gente infeliz y que se debe a un fallo o avería personal; que si cae en manos de un psiquiatra más biológico será por una avería bioquímica y si cae en manos de un psicólogo mentalista lo será debido a un fallo mental en forma de conflicto interno, de tipo cognitivo-emocional, que tradicionalmente se suele formular como “eso se debe a tu actitud ante las cosas de la vida”, apelándose y/o en combinación de una restitución de la bioquímica alterada y/o a un cambio de actitud personal ante la vida con diversas técnicas específicas.

4. ¿Y qué tienen que decir a todo esto los psicólogos conductistas contextuales? Por lo pronto muchos de ellos son inconsecuentes con sus propias posiciones.

Aquí resulta también llamativo el desacuerdo entre ellos. Por lo pronto hay psicólogos conductuales o contextuales que siguen defendiendo parte del discurso dominante anterior.

Hay psicólogos contextuales que se mueven, no solo estratégicamente para conseguir penetrar en posiciones diversas, sino también convencidos, de que hay que combinar lo contextual con las aportaciones cognitivas-conductuales más tradicionales, y llevar a cabo todo lo que sea útil y funcione en aras de un pragmatismo feroz sin importar las incongruencias filosóficas de fondo.

Así aparecen textos, por ejemplo,  que combinan sin ningún pudor terapia de esquemas y terapia de aceptación y compromiso (Mckay, Lev, Skeen y Hayes, 2012; Roediger, Stevens y Brockman, 2018) incluso, apoyado por el mismo S. Hayes; posiblemente por un interés estratégico de introducir lo contextual en terreno diversos.

Podría denominarse a estos enfoques híbridos de “posición de 2.5”, más que de tercera generación. Les importa solo los resultados, lo demás sobra. Parecen no caer en la cuenta que las posiciones filosóficas tienen implicaciones en la práctica diaria, y como se abordan los problemas humanos de manera diferente. Y como esas prácticas a la larga constituyen prácticas culturales (en forma de terapias-tipo compartidas y difuminadas)  que refuerzan los discursos dominantes.

Muchas veces los propios psicólogos contextuales usan en sus valoraciones psicológicas escalas diversas para medir el malestar en términos de psicopatología (escalas de ansiedad, depresión…) porque lo exige la línea editorial de la revista de turno, sin percatarse de la ideología y filosofía de fondo que sustenta esto, o sea la hegemónica antes referida; muy común al buen entender entre la tradición cognitiva-conductual más clásica y la psiquiatría oficial.

5. ¿Y que son los problemas psicológicos?

Hagamos ahora un pequeño repaso sobre estas cuestiones tal como ha sido planteada por algunos psicólogos contextuales o conductuales que consideramos relevantes para estas preguntas.

La exposición de López y Costa (2014) se centra  por un lado en lo que no son los problemas psicológicos: No son enfermedades. Lo hacen desde la psicología científica, en concreto desde la perspectiva conductual.

 Argumentan que los llamados trastornos mentales son creaciones interesadas de distintos grupos de presión con mucho poder, como la industria farmacéutica que apoya directa o indirectamente las ediciones diagnósticas DSM por un lado y por otro, derivan de una especie de logomaquia (un juego de palabras circular donde el trastorno se define por sus  síntomas y la presencia de estos definen un supuesto trastorno o fallo interno) sustentada en el modelo médico (los problemas psicológicos son enfermedades del cuerpo-cerebro) sin que lo avalen hallazgos sólidos.

También hacen mención a lo que es un problema psicológico (López y Costa, 2014) como comportamientos  problemáticos. Es decir acciones de las personas, cosas que hacen o dicen, incluidas las que dicen sobre que piensan y sienten, que socialmente para otros y para ellas mismas  se vuelven problemáticas en sus condiciones de su vida en su cultura, grupo o sociedad de referencia. Es más, se extienden en esto y refieren que los problemas psicológicos son problemas de la vida en los contextos donde la gente vive.

Sin embargo, apuntan (López y Costa, 2014) que los problemas psicológicos son convertidos en trastornos mentales desde la psiquiatría y muchas corrientes psicológicas, desde una perspectiva muy conservadora, que las transforman en enfermedades individuales desligadas de las condiciones de la vida de estas personas.

La alternativa que proponen al modelo dominante es contextualizar los problemas psicológicos como problemas de la vida que son conductas problemáticas donde se combinan los saberes del análisis funcional conductual y las aportaciones filosóficas fenomenológicas-existenciales que sitúan la persona en las situaciones de sus vidas con sus dificultades concretas y sus biografías previas.  

Añaden además la importancia de los procesos de aprendizaje en estos problemas, pero entendidos también de manera sencilla y no solo técnica (en Ruiz y cols., 2018 nos extendemos en este punto) como “cosas que nos pasan en la vida, y como consecuencias de las cosas que hacemos en la vida, casi siempre en relación a otras personas”.

Una exposición más reciente es la de Delgado (2019) que nos ofrece en un breve pero sustancioso artículo las claves para distinguir lo que es un problema psicológico. Destaca de manera importante que hay gran cantidad de problemas en la vida de las personas que les afectan pero que no  son propiamente problemas psicológicos.

Desde esta perspectiva va desglosando lo que no son problemas psicológicos: los problemas orgánicos de causa médica como las infecciones o las demencias no son problemas psicológicos ni son competencia  primordial del psicólogo, aunque el psicólogo secundariamente  a otros especialistas médicos puede proporcionar alguna ayuda a estos (p.e en algunos aspectos de las demencias).

Tampoco son problemas psicológicos lo que la psiquiatría tradicional define como psicopatología, aunque muchos psicólogos se suban a este carro donde aportan su complemento a las intervenciones psiquiátricas. Desde esta perspectiva psicopatológica se genera muchos  abusos, estigmas y exclusiones sociales (Delgado, 2019).

No todo sufrimiento emocional tampoco es un problema psicológico. Ser víctima de un acoso laboral o ser desahuciado, perder a un ser querido, y otros problemas sociales que aunque conlleven un intenso sufrimiento no son problemas psicológicos, aunque los psicólogos podamos colaborar con otros profesionales y recursos sociales en atender puntualmente estas dificultades. 

¿Qué es entonces un problema psicológico?  Tal como lo plantea Delgado (2019), es el resultado de cuando tratamos de conseguir un fin y nos encontramos con un conjunto de circunstancias que nos lo impiden. En este aspecto está  siempre implicado lo que hacemos en esas circunstancias de la vida. Esto genera sufrimiento, pero no siempre es así.

Siguiendo en esto a Marino Pérez; Delgado (2019) añade que esas situaciones de la vida suelen ser situaciones límite donde la persona está inmersa. No están dentro de la persona, sino que la persona está dentro de esas situaciones. Muchas veces la búsqueda de evitar el malestar a toda costa en esas situaciones perpetúa aún más el problema a la larga.

Es llamativo, que ya en la tradición budista y hasta en el psicoanálisis está presente que el deseo consciente o inconsciente se relaciona con el llamado sufrimiento psicológico, con las emociones y con la infelicidad.

Como se suele decir desde las terapias de tercera ola, “mientras mayor es la distancia entre lo que tienes y lo que deseas mayor es tu sufrimiento”.  

Muchas veces no nos percatamos que otras corrientes psicológicas dicen casi lo mismo en su lenguaje.

Desde estas perspectivas los problemas psicológicos derivan del deseo insatisfecho en la vida; y es inherente a cualquier cultura o época de la historia; aunque en cada momento pueda darse o formatearse de distinta manera e incluso incentivarse socialmente. 

De hecho las sociedades capitalistas se basan en fomentar o estimular el deseo continuo de nuevos bienes que sean deseables, sean necesarios o no; o incluso mejor si son innecesarios y pasajeros para que puedan ser sustituidos por otros objetos de deseo a favor del mercado de consumo.

Veamos que refieren al respecto dos psicólogos conductuales españoles  relevantes sobre esta cuestión: Marino Pérez Álvarez (Pérez Álvarez, 2001, 2008, 2009, 2013a, 2013b, 2017, 2018 y  María Jesús Froján Parga ( Froján, 2006, 2011, 2019).

El planteamiento de Pérez Álvarez es definir los problemas psicológicos en términos contextuales, ligados a la vida y no a la psicopatología o la biología (Pérez Álvarez, 2008). Estos problemas no deben ser medicalizados ya que tienen causas psicosociales, que abarcan ya de por si los aspectos biológicos. También en esta línea existen muchos problemas médicos o psicosomáticos relacionados con aspectos psicosociales que podrían requerir atención psicológica al menos complementaria a otras intervenciones.

Sin embargo, describe Pérez Álvarez (2008) hay que considerar como piensan las instituciones, los profesionales y los pacientes/usuarios sobre lo que son los problemas psicológicos y que hacer con ellos.  En general piensan que son enfermedades como otras cualquiera y donde medicar es una prioridad.  Para ello los psicólogos tienen como reto cambiar esta forma de pensar sobre los problemas psicológicos.

Los problemas psicológicos no son entidades de tipo natural como la diabetes o la artritis sino entidades interactivas o tipos prácticos sujetas a interpretaciones que surgen de problemas reales de la vida como  “pérdidas, frustraciones, decepciones, conflictos, abusos, maltratos, flaquezas, miserias e  infelicidades” (Pérez Álvarez, 2008).

Considerarlos como enfermedades  va ligado a importantes consecuencias, muchas de ellas muy negativas: no reducen el estigma sino que lo aumenta a pesar de las campañas de salud mental, las personas etiquetadas de enfermas mentales son tratadas de forma más aversiva por los otros en general, incluso por sus familiares, son sometidas a tratamientos más duros, se les cronifica, etc.

En este artículo de Pérez Álvarez (2008) llega a preguntar explícitamente que es un problema psicológico y en qué se diferencia de otros problemas de la vida.  Responde que desde lo contextual la respuesta es clara: un problema psicológico es un esfuerzo contraproducente. Conlleva un malestar y los intentos de solución al mismo. Y esto es compartido, refiere, por diversas perspectivas psicológicas desde la adleriana, el psicoanálisis, la sistémica, la existencial, la evolutiva, etc. 

Esto hace a diferencia de otros problemas de la vida que la persona entre en una situación que se convierte en problema psicológico mediante una pauta de conducta o patrones de acción que les lleva a  meterse cada vez más en esa situación problemática en vez de sacarla de ella en un circuito autorreflexivo.

Posiblemente este sea uno de los artículos angulares para responder e esta cuestión central. En esta misma línea profundiza en artículos sucesivos (Pérez Álvarez, 2003, 2009, 2013a, 2013b, 2017, 2018), donde pone de relieve aspectos  como la importancia de potenciar el análisis funcional de la conducta para comprender como funciona el problema psicológico, orientar a la persona hacia los objetivos y valores importantes en su vida que se definen de manera distinta pero que conductualmente son los reforzadores de cada uno; destacando en esta tarea el trabajo de la terapia de aceptación y compromiso (ACT) ; sin olvidar aportaciones claves de la psicología adleriana y la existencial-logoterapéutica.

Una presentación más profunda, extensa y elaborada de que son los problemas o trastornos psicológicos  se encuentra en la obra de Pérez Álvarez llamada “Las cuatro causas de los trastornos psicológicos” (Pérez Álvarez, 2003) donde utiliza la concepción aristotélica (Aristóteles para muchos fue el primer conductista) para explicar de que están hechos los problemas psicológicos (su causa material), quién los hace (su causa eficiente), cómo se hacen (su causa formal) y para qué sirven esos problemas o trastornos psicológicos (su causa final).

Respecto a su causa material de que están hechos formados esos problemas psicológicos, cada escuela de la psicología o psiquiatría tiene su propia concepción como hemos referido antes como fallos cerebrales, mentales o patrones de conducta; según la perspectiva en cuestión.

Sobre la causa eficiente de quién hace o crea estos problemas psicológicos se destacan los actores de esta trama; por un lado el paciente, por otro el clínico, sin faltar de fondo el entorno social.

En relación a la causa formal  de cómo se presenta el problema o trastorno psicológico concreto aparecen por un lado las categorías diagnósticas que describen y prescriben que hacer con ellos (sobre todo desde la psiquiatría clásica y también desde las terapias cognitivas conductuales más clásicas); así como la propia concepción que tiene la gente en general sobre estos.

Un desarrollo paralelo observando las afinidades y semejanzas entre la psicología conductual y la adleriana desde la perspectiva aristotélica de las 4 causas lo presentamos en nuestra obra “Psicoterapia conductual adleriana” (Ruiz, 2015).

Y sobre la causa final o el para qué del problema o trastornos psicológico es importante identificar que función cumple todo trastorno en el sistema adaptativo de la persona que lo tiene como intento de solución a sus problemas aunque a la larga sea desadaptativo..

Por su parte, Froján Parga expone como el adjetivo “psicológico” se utiliza coloquialmente para referirse a dolores, sufrimientos y cansancios inexplicables y que se suele asociar a lo inventado, lo subjetivo y lo intangible; y como esto produce a veces rechazo despectivo cuando se afirma que el conocimiento psicológico puede ser científico (Froján 2019).

En este mismo artículo (Froján, 2019) considera que apoyar la psicología en neurociencia para hacerla más científica es un error. La psicología tiene su propio terreno, el de la conducta. La psicología como ciencia abarca las conductas relacionadas con el sufrimiento humano.

Desde su perspectiva los problemas psicológicos son aquellos que se refieren a conductas en situaciones que generan sufrimiento humano. En este orden de cosa se trata de evaluar las conductas de los sujetos como organismos totales que se relacionan con sus entornos físicos, sociales y biológicos y que se constituyen  como problemáticas  (Froján, Montaño y Calero, 2006).  

El como se constituyen de manera problemática a su vez se relaciona con las definiciones sociales vigentes de que es un problema psicológico y con los procesos de aprendizaje (operantes y respondientes) que hacen que la conducta de las personas tengan unas funciones o propósitos sean advertidos o no por estas;  siendo estas funciones un para que en sus  interacciones con el medio donde viven y hacen su vida (Froján, 2011).

Es decir los problemas psicológicos no solo tienen causas sino también funciones en las vidas de las personas.

6. ¿Es la psicología una ciencia que da respuesta a los problemas psicológicos?

¿Es la psicología una ciencia? si tomamos como ciencia el conjunto de comportamientos que nos ayuda a conocer predecir y controlar las variables que influyen en un acontecimiento, podríamos dudar de que la psicología es una ciencia. 

Si analizamos esta definición, podríamos pensar que controlar y predecir todas las variables que actúan en un individuo y en un contexto concreto es prácticamente imposible y si lo hiciéramos corremos el riego de hacer inferencias y dar explicaciones cognitivas.

En primer lugar cada individuo pose una historia diferente, si algo podemos afirmar es que no existen dos personas con historias idénticas ya que las innumerables variables que han influido en sus vidas son diferentes.

Podríamos decir metafóricamente que la vida o la personalidad (los aprendizajes) de cada persona son como un telar, donde al verlo desde lejos ves la figura que en él se representa, pero al querer aislar un hilo del total, además de perder el sentido y razón, nos resulta improbable el saber de dónde procede ese hilo en particular y su recorrido.

Es decir si nos resulta tan difícil describir la variable exacta que da razón a un comportamiento, ¿porque decimos que la psicóloga es ciencia? Si no tenemos certeza de las variables. Por otra parte si la réplicabilidad es la razón de ser de la ciencia y no somos capaces de aislar todas las variables, ¿seremos capaces de replicar?

Y dicho esto, centrándonos en el tema de los problemas psicológicos, la psicología como ciencia puede dar razón de los problemas psicológicos o quizás debemos tomar distancia, embutirnos en un contexto filosófico.

Quizás si vemos al ser humano como un ser verbal dentro de un contexto verbal (lo social) que moldea los comportamientos (sería estos los hilos guía,  que están en los bastidores, de los tapices cuando se fabrican el tapiz) entonces seríamos capaces describir las variables “guías” (aprendizajes moldeados socialmente o contingencias sociales) y podamos de esta forma controlar y predecir algunas variables que son causas del comportamiento humanos y podernos de esta forma describir que es problema psicológico para un individuo concreto .


 A modo de resumen en el siguiente cuadro se expone lo que es y no es un problema psicológico desde la perspectiva conductista contextual:


Un problema psicológico no es:

.Una enfermedad mental o física
.Una entidad natural de la condición humana tal cual.
.Un trastorno mental.
.Una entidad diagnóstica.
.Una alteración neurocognitiva y/o bioquímica.
.Algo individual que emana del sujeto interno.
.Una avería interna de la cabeza de tipo mental o cerebral.
.Algo inventado, intangible y subjetivo.

Un problema psicológico es:

.Una entidad interactiva sujeta a interpretaciones socioculturales según el contexto histórico-social del momento.
.Esa entidad interactiva está hecha de clases de conductas de las personas en relación a sus entornos  y condiciones de sus vidas.
.No son cualquier tipo de problemas o situaciones de la vida sino aquellos  donde las personas se meten y quedan atrapadas.
.Quedan atrapadas al realizar esfuerzos contraproducentes mediante ciclos repetitivos e inefectivos de clases de conductas como respuestas ante un malestar.
.Esas ciclos repetitivos están conformados por un malestar e intentos infructuosos de solucionarlos.
.Esas clases o patrones de conductas contraproducentes se aprenden y mantienen por sus funciones en la vida de esas personas.




7.Implicaciones prácticas para el trabajo psicológico

De la anterior exposición se derivan varias cuestiones significativas que afectan a los psicólogos orientados contextualmente y que pueden quizás sorprender a muchos de estos mismos, dado que incluso lo dicho nos situa un paso más allá de las "apariencias" y las "formas", es decir de las clasificaciones, ya sean psicopatológicas, sociológicas o incluso conductuales.

Aquí lo importante no es tanto el tipo de presentación del problema, su topografía sino su afectación vital, su funcionalidad.

Efectivamente el problema presentado puede ser de tipo laboral, orgánico, relacional o de cualquier otro tipo. Esos ambitos no deben pasar desapercibidos a la hora de intervenir, pongamos para el caso buscando recursos socioeconómicos, tratamientos medicos o resolucion de conflictos relacionales,


Si además existen esfuerzos contraproducentes (Pérez Álvarez, 2008) para la resolución de esas situaciones problemáticas (aunque sean de causa orgánicas o sociolaborales) que las atascan o meten cada vez más en ellas, la intervención psicológica estará justificada, aunque sea paralela a la de otros agentes sociales.

Esto da a la intervención psicológica su caracter propiamente conductual que no se reduce a la biología ni a la sociología.


Bibliografía:

-Delgado, E. Claves para distinguir un problema psicológico. El país semanal. 21 de julio de 2019

-Froján Parga, M.X. ¿Por qué la gente cambia en terapia? Un estudio preliminar. Psicothema 2006. Vol. 18, no 4, pp. 797-803

-Froján Parga, M.X. ¿Por qué Funcionan los Tratamientos Psicológicos? Clínica y Salud, vol. 22, núm. 3, 2011, pp. 201-204.

-Froján Parga, M.X. La psicología como ciencia…  pesar de los psicólogos. Blog de Roberto Colom. 28 de octubre de 2019


-López, E. y Costa. M. Los problemas psicológicos no son enfermedades. Pirámide, 2014

-Mckay, M.; Lev, A.; Skeen, M. and Hayes, S. Acceptance and commitment therapy for interpersonal problems. New Harbinger Publications. 2012

-Pérez Álvarez, M, y Fernández, J.R.  El grano y la criba de los tratamientos psicológicos. Psicothema, 2001. Vol. 13 n 3. pp. 523-529

-Pérez Álvarez, M. Las cuatro causas de los trastornos psicológicos. Editorial Universitas S.A. 2003

-Pérez Álvarez, M. Más allá de la salud mental: la psicología en atención primaria. Papeles del psicólogo. 2008.  Vol.29 (3). pp. 251-270.

-Pérez Álvarez, M. ¿Son los trastornos mentales enfermedades como otras cualquiera?  En portada. Infocop. 2009

-Pérez Álvarez, M.  Anatomía de la psicoterapia. El diablo no está en los detalles. Clínica Contemporánea Vol. 4, n.° 1, 2013a - Págs. 5-28

-Pérez Álvarez, M. "Alternativas a las clasificaciones diagnósticas no faltan". Entrevista a M. Pérez Álvarez, catedrático de la Universidad de Oviedo. Infocop. 19/12/2013b

-Pérez Álvarez, M. El turno transdiagnóstico y el retorno de la psicopatología: el tema de nuestro tiempo en psiquiatría. Cuadernos de psiquiatría comunitaria. Vol. 14. n 1, 2017

-Pérez Álvarez, M. La Psicología más allá del dualismo y el cerebrocentrismo. Apuntes de Psicología Colegio Oficial de Psicología de Andalucía Occidental, 2018, Vol. 36, número 1-2, págs. 7-20.

-Roediger, E,; Stevens, B.A and Brockman, R. Contextual Schema Therapy: An Integrative Approach to Personality Disorders, Emotional Dysregulationsm and Interpersonal Functioning. New Harbinger Publications. 2018


-Ruiz, J.J. Psicoterapia conductual adleriana. Lulú Editores. 2015

-Ruiz, J.J. Psiquiatría no convencional. Lulú Editores. 2017

-Ruiz, J.J y cols. Conductismo. La psicología del verbo. Lulú Editores. 2018

4 comentarios:

  1. El hombre es, por sobre todas las cosas, un ser social y esta definiciòn es el talòn de aquiles del desarrollo de la ciencia psicològica a lo largo de su historia.
    La comprensiòn en su esencia y consecuencia central, de estas dos palabras, que implican indudablemente lo filosòfico, es el obstàculo insalvable para la totalidad de las corrientes psicològicas. Unas màs otras menos unilateralizan el enfoque y estudio de las psique humana.
    Por ejemplo, no deja de ser sintomàtico que la corriente cognitivo conductual, en el àrea de la psicologìa social, no ofrezca muchos resultados de estudios realizados en la misma realidad social y contrariamente continue hacièndolos in vitro, desestimando justamente la naturaleza social del hombre. Indudablemente, reproducir las condiciones sociales del hombre requiere, de por sì, un gigantesco esfuerzo.

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  2. Excelente lectura. Me abre paso a varias interrogantes que quizá no tengan una razón científica y que me aportaría más una revisión filosófica del hombre.

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    1. Gracias por comentar; y me alegra le sea útil para esas reflexiones filosóficas.

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  3. Ya existen aspecto de esto que indica sin salir de la psicología, Unknow, por ejemplo las publicaciones de Bernard Guerin.

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